VICENTE PÉREZ
Misión: preservar los paisajes agrarios en forma de bancales que jalonan la faz de la tierra desde hace cientos, en algunos casos miles de años y que provean de recursos a sus habitantes para que puedan seguir habitados. Más de medio centenar de especialistas en diversas disciplinas vinculadas al medio ambiente, la gestión del territorio, la geografía o la arquitectura se han desplazado hasta la capital gomera en la fase de debates y formulación de conclusiones del IV Congreso Mundial de Territorios y Paisajes Abancalados ITLA.
La sesión de apertura tuvo lugar este miércoles en el Cabildo gomero con la asistencia de la responsable de Energía, Ambiente y Turismo de Azores, Marta Isabel Vieira, así como del vicepresidente insular, Adasat Reyes; el viceconsejero de Ordenación del Territorio, Jesús Romero; y los directores del congreso, el arquitecto José Manuel Palerm, director del Observatorio Canario del Paisaje; y Timmi Tillma, coordinador general de ITLA.
El Gobierno de Azores apuesta por mantener la colaboración

La representante del Gobierno de Azores defendió la aplicación de políticas públicas para conservar este patrimonio cultural y natural y propiciar un desarrollo sostenible de la agricultura en estos territorios y deseó que la colaboración entre Canarias, Madeira, Cabo Verde y Azores se mantenga «porque tenemos mucho en común».
Puso como ejemplo «un caso de éxito»: la preservación de la naturaleza vinculada a la revitalización en Azores del cultivo vitivinícola que ha permitido conservar a su vez la naturaleza. «Se trata de reconocer el legado del pasado y lo transmite al futuro, y para ello hay que ponerse objetivos de calidad del paisaje por su valor social, ambiental y económico», apostilló.
«No hay duda de la importancia de los bancales»

El director canario del congreso, José Manuel Palerm, explicó que esta semana de este encuentro internacional, que comenzó en Gran Canaria y luego con visitas a parajes abancalados de todas las islas Canarias y Madeira ,saldrá una declaración, objetivos trazados y acciones que los podamos trasladar a los gobiernos , pues «no tenemos dudas de la importancia de los bancales y podemos contribuir desde Canarias con muchas ideas para mejorar los bancales del mundo».
Asimismo, el arquitecto puso de relieve la exposición de 90 paneles sobre este tipo de paisajes en todo el mundo y otra muestra en la que se exhiben fotos de diferentes municipios y comarcas de Canarias en el pasado y cómo han cambiado desde entonces a la actualidad.
El coordinador general de ITLA sostuvo que «ahora debemos identificar qué debe hacerse en cada territorio, con sus peculiaridades, para salvar estos paisajes, en base a lo que nos cuenten también sus habitantes», al tiempo que subrayó la «gran movilización de ideas y de personas» que ha supuesto este congreso y en las visitas preparatorias antes de su celebración.
Cincuenta proyecto de restauraciones de bancales en La Gomera
Cerró el acto el vicepresidente del Cabildo, quien apuntó que en La Gomera se están ejecutando medio centenar de proyectos de rehabilitación de bancales. «Pero además hay que dotarles de estrategias económicas para usarlos, con acciones de desarrollo sostenible pues solo así aseguraremos su conservación», añadió Reyes.
Este tipo de construcciones de huertas, tan característico del paisaje canario, supone, a su juicio , «un fiel reflejo del esfuerzo, en ocasiones inhumano, que tuvieron nuestros antepasados para convertir espacios escarpados en espacio para la subsistencia, limitaciones geográficas con las que los gomeros han sobrevivido».
Faustino García Márquez: «Necesitamos ese paisaje para seguir existiendo»

Como explica el arquitecto Faustino García Márquez en el catálogo de la exposición Re-encantar bancales.Canarias ayer y hoy, «para colonizar agrícolamente un suelo improductivo o una ladera fue necesario fabricar una sucesión de escalones, de cadenas, que van ascendiendo por las laderas, generando un paisaje nuevo de fincas encadenadas». Y apunta que «ni la historia, ni la riqueza léxica o la belleza cromática nos deben distraer de una reflexión básica: ese paisaje que cubrió rocas y pendientes y habilitó espacios hasta entonces incultivables, tuvo un enorme costo, en trabajo y en vidas, para quienes acarreaban, cargaban y disponían piedras y tierra».
Este sistema de cultivo «funcionó hasta hace media docena de décadas, cuando cambió la economía, se devaluó la actividad agraria y emigró la población hacia las ciudades costeras». Y advierte de que «lo grave es que, para seguir siendo y existiendo, necesitamos cada día más de ese paisaje fabricado, de esa agricultura encadenada, por su esencial valor estratégico, por su potencia valor económico, por su evidente valor cultural y social, estético e identitario».

