PLANETA CANARIO
El arqueobotánico Jacob Morales Mateos, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, ha estudiado a fondo durante muchos años la alimentación de la población indígena de las islas, una investigación que le ha llevado a interesantes conclusiones e hipótesis sobre algunos enigmas aún por resolver.
Los aborígenes trajeron del África continental cereales (cebada y trigo duro), animales domesticados (cabras, ovejas -no de lana- y cerdos) y legumbres (habas, lentejas, guisantes…), aunque también aprovecharon especies existentes en el Archipiélago (comían lagartos y semillas de pino, dátiles de palmera canaria…, y, del mar, viejas, mariscos…).

Tras examinar los hallazgos en yacimientos arqueológicos, este experto ha observado cómo hasta el año 1.000 casi todas las islas disponían de cebada y trigo (y había legumbres en cuatro islas), pero a partir de esa fecha hasta el año 1.500 no hay rastro de esos cultivos en La Palma ni Fuerteventura, y solo de cebada en El Hierro, La Gomera y Lanzarote, reduciéndose la variedad, que solo se mantendrá en Gran Canaria, seguida de Tenerife.
Un fenómeno que, a su juicio, podría estar relacionado con alteraciones del clima en la Edad Media, que pudieron hacer que se perdieran esas semillas en algunas islas y no se pudieran recuperar, según un resumen de una conferencia suya publicado en redes sociales por el Programa Enseñas Patrimonio, de la Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno canario.

Estos y otros muchos aspectos sobre la gastronomía aborigen y cómo evolucionó tras la conquista los abordó Jacob Morales en una ponencia titulada La alimentación como recurso para la enseñanza de la historia y la arqueología de Canaria”, que impartió en las XXX Jornadas Educativas de Patrimonio y Escuela, organizadas por Fundación Canaria Proyecto Comunitario de La Aldea, junto al Programa EnSeñas Patrimonio y la Dirección General de Ordenación de las Enseñanzas, Inclusión e Innovación.

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Otro dato curioso es que, de la época prehispánica, solo se ha documentado la presencia de higueras en Gran Canaria, lo cual es uno de los “misterios” por explicar, aunque este especialista ve claro que, al no ser un árbol endémico del Archipiélago, fue traído por los aborígenes desde el norte de África en esquejes.
En las dentaduras de cadáveres -los más antiguos del siglo VIII- hallados en los yacimientos se han encontrado semillas de higo.
No menos sorprendente es la constatación, mediante análisis de ADN, de que la variedad de cebada que hoy se cultiva en Gran Canaria es la misma que sembraban los aborígenes. Se investiga también si esto ocurre con otras legumbres.
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La perspectiva de este arqueobotánico es que “la alimentación es uno de los aspectos de la humanidad más importantes y nos puede hablar de facetas como el patrimonio y la tradición, y las migraciones a lo largo de la historia”.
En Canarias, según plantea en la conferencia, todo comienza hace unos 2.000 años, con la primera colonización por individuos de la cultura amazigh o bereber (norte de Marruecos) entre el 100 y 500 dC, quienes, tras los primeros 100-300 años, luego perderán contacto con el continente africano y en cada isla vivirán incomunicados con las demás, dedicándose a una economía agrícola-ganadera, sin metales -con herramientas de piedra, como en el Neolítico, según expone este investigador en su conferencia.
“Su tecnología agraria era muy simple: las manos, con las que arrancaban la cebada; no tenían animales de tiro ni herramientas”, apunta Jacob Morales. Para ellos era fundamental almacenar la cosecha en cuevas, conservando el grano con su cáscara y su espiga, una reserva alimentaria que protegían con insecticidas naturales, como las hojas de laurel.
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Con la llegada de los europeos y su conquista de las islas, se implantó un modelo capitalista de producción y se sembraron cultivos “que dieran mucho dinero”, como la caña de azúcar, y se da la circunstancia de que desde el siglo XVI, según este arqueobotánico, hubo que importar trigo y cebada en Gran Canaria, por lo que ya desde entonces se descuidó la soberanía alimentaria.
A su juicio, aunque la conquista supuso lo que algunos expertos consideran un “genocidio”, también tuvo como efecto “la apertura de Canarias al mundo”, lo cual se notó también en la llegada de nuevos alimentos.

Un caso que llama la atención de este investigador es el del granero de la Cruz de La Esquina, en Acusa (Gran Canaria), “uno de los pocos que fue reutilizado después de la conquista”, hasta los siglos XVI y XVII, pues allí se han encontrado semillas de calabaza de agua y chícharos, ajos… y millo.
“En este yacimiento de Acusa están los primeros restos de millo encontrados hasta ahora fuera de América, con semillas que tienen entre 400 y 500 años de antigüedad”, subraya.
El millo en Canarias se integró en nuestra gastronomía convertido en gofio, tras tostarlo y molerlo.
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