VICENTE PÉREZ
Pablo González, investigador sobre vulcanología del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA) del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), sostiene que en la gestión de la emergencia del volcán Tajogaite «se hizo un buen trabajo científico técnico», con redes instrumentales que cumplen «el estándar internacional esperable de un país con un desarrollo económico como España» pero añadió que «los políticos y las autoridades tienen muy poca experiencia y optaron por esperar y ver», justo lo que, a su juicio, «es la peor decisión que se puede tomar; habría que haber hecho más».
El geólogo hizo estas reflexiones durante su conferencia en el Seminario Permanente de Ciencias y Humanidades Blas Cabrera-Felipe, organizado por la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife. En ese foro habló sobre la «reducción de riesgos por erupciones volcánicas a partir de la comprensión de la generación, almacenamiento y propagación de magmas en la litosfera terrestre».
González, que desde 2022 es jefe del Grupo de Vulcanología del IPNA-CSIC, matizó que «no podemos culpar solo a los políticos, es decir, la comunidad científica tiene margen de mejora, pues solo estamos basándonos en reconocer patrones y así cada nueva erupción va a ser más complicada, porque nos va a sorprender».
Modelo que predijo la duración de la erupción
Licenciado en Ciencias Geológicas por la Universidad de Granada y doctor por la Complutense de Madrid, expuso las conclusiones de un estudio del CSIC, en el que participó, con un modelo que puede aplicarse en próximas erupciones para calcular su duración, trabajo que ha sido publicado en la revista Geophysical Research Letters, y la que han participado también miembros de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y del Instituto Geográfico Nacional (IGN).
Para este trabajo, la configuración de la red de estaciones del Sistema de Navegación Global por Satélite (GNSS) desplegada en La Palma por el IGN permitió obtener una serie temporal que, unida a la conceptualización y modelado realizado por el CSIC y la UPM, detectó cómo la presión del magma fue disminuyendo a medida que transcurría la erupción.
“El modelado del proceso de ralentizamiento de la contracción del volcán, que fuimos calibrando durante la erupción, nos permitió estimar el final de la deformación lo que, siguiendo unas hipótesis bastante básicas sobre la física de los volcanes, coincidiría con el fin de la erupción”, explica en una nota el CSIC.
La hipótesis principal del trabajo es que el sistema de alimentación del volcán estaba cerrado, es decir, no había nuevas entradas de magma localizadas a una mayor profundidad.
«Se duplican redes instrumentales y no se comparten los datos»
El científico del CSIC fue además crítico con que en Canarias, para la vigilancia volcánica, se estén duplicando redes y no se compartan los datos que se recaban, por lo que incidió que resolver esta cuestión es «una tarea pendiente». «Se respondió a la crisis volcánica de El Hierro duplicando hasta cuatro estaciones de medida geodésica, y no hemos aprendido», se lamentó, porque «hay que optimizar los recursos para ser más efectivos».
Pero para ser más fiables, planteó: «Tenemos que tener modelos que reconozcan la incertidumbre, la naturaleza del problema; no existe un solo parámetro que medir, todos [sismicidad, deformación, gases…] cuentan, y no debemos perder la esperanza, porque vamos a ir mejorando con el tiempo».
«El problema es que las autoridades tienen que tomar decisiones en un plazo muy corto»
Puso de relieve que entre 1990 y 2013 «solo se pudo pronosticar de modo correcto el 20% de las erupciones» pero donde hay mucha instrumentación científica, «ese porcentaje aumenta al 50%».
Insistió en que, desde la perspectiva de la protección civil, el problema principal es que las autoridades tienen que tomar decisiones en un plazo extremadamente corto y muy al comienzo de las crisis volcánicas», y para ello, además, abogó por que los científicos «se lo pongan cada vez más fácil» a los políticos.
«Los volcanes cerrados como Canarias, los más fáciles de predecir»
El vulcanólogo dejó claro que hay «mucha incertidumbre» en esta ciencia, que se aprovechará también del procesamiento con potentes ordenadores de «la gran explosión de datos» que se están recabando, para reconocer así patrones que se repitan e «introducirlos en modelos físicos porque son los que tienen carácter predictivo», apostilló.