Avanza el trámite de 3.000 nuevas camas hoteleras que cambiarán el paisaje de Punta de Abona. Este es el titular de la noticia que encabeza hoy PLANETA CANARIO. El Gobierno de Canarias continúa con los trámites para las 3.000 camas que quieren colocar en Punta de Abona (Arico) en forma de cuatro hoteles de cinco estrellas con un total exacto de 2.985 plazas que ocuparán una superficie equivalente a 178 campos de fútbol.
La construcción de una ciudadela que va a arrasar con una de los trozos de costa más bellos de Tenerife sigue adelante. Lo quieren convertir en un lugar que, entre las 2.985 camas y los aproximadamente 1.600 empleos que va a necesitar, supondrá un bloque de cerca de 5.000 personas en un lugar donde no hay nada, salvo una leprosería y una iglesia en bloques.
La leprosería es de los años 40 del siglo pasado. Su valor arquitectónico dice que debe preservarse, pero no hablan de rehabilitarla y punto. La ley canaria no escrita de hacernos pasar a todos por idiotas hace que diga esto Elena Fumero, la anterior alcaldesa de Arico: «la recuperación de este litoral es de gran importancia porque será una zona que generará empleo en el municipio, desarrollo turístico, recuperación medioambiental, y conservación y mantenimiento de la magnífica y singular joya arquitectónica como es la iglesia del arquitecto de Granadilla, Marrero Regalado, sin terminar dentro del proyecto de la leprosería».
Veamos estas declaraciones de la ex alcaldesa punto por punto. La «recuperación del litoral». Al litoral no le ocurre nada, salvo que no hay nada, un tabaibal enorme y paisaje natural, como vino de fábrica con la isla. Si quieres recuperar algo, arregla la leprosería y la iglesia, y para eso no hace falta colocar 4 hoteles alrededor.
El «desarrollo turístico». Un eufemismo que conocemos de sobra. Lo que quiere decir es que vamos a seguir construyendo hoteles hasta que consigamos hundir la isla en el Atlántico, la misma intención que tienen todos los ayuntamientos del sur.
La «recuperación medioambiental». En la Punta de Abona no hay nada que recuperar. Es así. Un paisaje desértico, porque la isla de Tenerife en su vertiente sur tiene estas características. Hay lagartos y tabaibas, no gorriones y césped.
Por último, «…la conservación y mantenimiento de la magnífica y singular joya arquitectónica como es la iglesia del arquitecto de Granadilla, Marrero Regalado, sin terminar dentro del proyecto de la leprosería»…me remito al primer punto, la «recuperación del litoral», si quieres recuperar algo, lo recuperas rehabilitando no añadiendo un complejo del tamaño de 178 campos de fútbol. ¡Menuda zona ajardinada para una leprosería señora!
En definitiva, lo hacen siempre. Y lo repiten. Y vuelven a repetirlo. Un discurso que esconde a un pequeño grupo de personas que ganarán un montón de dinero con una obra faraónica, y que se justifica ante la plebe como un bien necesario para la naturaleza y la comunidad; para que seas agradecido y no uno de esos quejicas ecologistas que usan palabras satánicas como «sostenibilidad» o «preservación». Este discurso es tan insultante, que ya no ofende, aburre. Es como un mago que repite una y otra vez el mismo truco, hasta que todo el público se lo aprende. En este caso el público es Tenerife al completo, que se sabe de memoria los juegos de cartas con los que acaba siempre perdiendo al Monopoly trozos de terreno para edificar a manos de los mismos trileros de siempre.