VICENTE PÉREZ
El vicepresidente del Colegio de Médicos de Santa Cruz de Tenerife, Pedro Javier Rodríguez, admite que el coronavirus Covid-19 se ha escapado tanto a científicos como a políticos, por lo que «ha fallado la previsión» en esta pandemia, ya que «nos creíamos infalibles en poder resolver cualquier problema de salud y nos hemos equivocado». Además, considera que en esta situación extraordinaria se ha puesto en evidencia que el personal sanitario es «claramente insuficiente» por efecto de «muchos años de recortes en la sanidad pública».
Para este psiquiatra infantil del Hospital Diego Matías Guigou y Costa, los sanitarios son el colectivo más expuesto a esta enfermedad «y las medidas de protección no han sido las adecuadas». Lo expresa en esta entrevista con PLANETA CANARIO de un modo vehemente y con la metáfora de una guerra: «Nos han mandado al frente de batalla con un tirachinas ante un ejército invasor con metralletas».
Pedro Javier Rodríguez dirige la Fundación Médicos de Tenerife y formado parte de un grupo asesor del Ministerio de Sanidad como miembro de la Comisión Nacional de Psiquiatría del Niño y del Adolescente. Cuenta en su haber con 14 premios de investigación. A su juicio «la desescalada es fundamental para evitar que la quiebra económica y la salud mental de los confinados no produzcan más deterioro que el mismo virus».
En una anterior entrevista con este especialista el cuestionario giraba sobre la psiquiatría infantil. En esta ocasión le hemos interrogado sobre otras cuestiones relativas a la pandemia, no solo como médico sino también como vicepresidente del colegio oficial.
¿Qué opinión le merece el hecho de que en Canarias uno de cada cuatro casos confirmados de coronavirus sean personal sanitario?
«Ese porcentaje sólo tiene una lectura. Los sanitarios somos el colectivo más expuesto y las medidas de protección no han sido las adecuadas. Nos han mandado al frente de batalla con un tirachinas ante un ejército invasor con metralletas. También pone de manifiesto que no hemos reculado a la hora de enfrentarnos a la pandemia porque nuestra profesión es vocacional. Además, el efecto de ese elevado porcentaje sobre la atención a los pacientes ha resultado devastador en la calidad de la atención, ya que cada sanitario con un resultado positivo ha tenido que guardar una cuarentena que ha limitado el número de profesionales en primera línea».
¿El Colegio de Médicos ha recibido quejas por esta falta de medios?
«Ha existido una escasez preocupante de material de protección como mascarillas y EPI (Equipos de Protección Individual). Sigue en nuestras retinas las imágenes de sanitarios haciendo trajes de protección con bolsas de basura. Tampoco hemos tenido test suficientes, fundamentales cuando hablamos de una infección vírica. Otro aspecto del que se habla menos es el retraso en los protocolos de actuación en Atención Primaria, Hospitalaria, Urgencias, el deficiente establecimiento de circuitos para casos sospechosos y confirmados y la ausencia de información a tiempo real de lo que está pasando (número de contagios, camas libres,…) que deberían generar los estamentos competentes de la Consejería de Sanidad para que los médicos tengamos esa información y poder elaborar la respuesta adecuada».
¿Cuentan a día de hoy los profesionales de la Sanidad con los medios de protección suficientes frente al Covid-19?
«Los medios de protección de los profesionales son fundamentales no sólo para protegernos del contagio sino también para evitar la diseminación por transmisión a otros pacientes que acudan al centro sanitario. Después de un déficit preocupante y serio durante las primeras semanas, se ha observado una mejoría en cuando a mascarillas y otro material, aunque han ido llegando a cuentagotas. El retraso en los protocolos de utilización de los equipos de protección ha añadido desconcierto en los profesionales».
¿Cómo valora el plan de desescalada aprobado por el Gobierno estatal?
«La desescalada es fundamental para evitar que la quiebra económica y la salud mental de los confinados no produzcan más deterioro que el mismo virus. Ahora bien, no se debe olvidar que, si bien en Canarias se cumplen los criterios epidemiológicos (número de casos) y asistenciales (camas libres), somos débiles en material de protección almacenado, test de detección y sistema de seguimiento y rastreo si se produce una segunda ola epidémica».
¿Cuál es su evaluación de la situación de la pandemia en Canarias a día de hoy?
«Padecemos los efectos de muchos años de recortes en la sanidad pública. Los recursos humanos son claramente insuficientes para la asistencia del día a día por lo que en situaciones excepcionales como la actual, se nota mucho el déficit acumulado. Desde el Colegio de Médicos de Santa Cruz de Tenerife hemos pedido por activa y por pasiva que se elimine la llamada tasa de reposición para que se puedan contratar al mismo número de profesionales que se jubilan y no incrementar el déficit. Hay que aumentar el numero de camas de UCI (por ejemplo, en Alemania, han tenido una tasa de mortalidad mucho menor que en España, hay 8 veces más por número de habitantes) y hay que mejorar la organización y planificación en los dispositivos asistenciales para ajustarse a la nueva realidad».
«El personal sanitario ha estado mucho más a la altura que los políticos»
¿A quién se le escapó más este virus: a los gobiernos nacionales de muchos países, incluido el nuestro, o a los científicos?
«Sin duda alguna, a todos. Posiblemente nos creíamos infalibles en poder resolver cualquier problema de salud y nos hemos equivocado. En relación con nuestro país, tal vez la repetición que realizan muchos responsables sanitarios de que somos la mejor sanidad del mundo no sea cierta. Lo que sí se ha demostrado es que tenemos unos profesionales sanitarios que han estado a la altura de las circunstancias. Mucho más que los políticos».
¿En qué cree que se ha fallado y en qué se ha acertado en la lucha contra esta pandemia?
«Ha fallado la previsión. Por ejemplo, si nos comparamos con Portugal, vemos que nuestros indicadores de todo tipo son mucho peores y esto es debido a que allí se tomaron medidas cuando se detectaron los primeros casos y no esperaron a la evolución. Cuando en España se decidió comenzar con el estado de alarma, el virus ya estaba lo suficientemente extendido como para colapsar el sistema sanitario. Por otra parte, se ha acertado en prolongar las medidas especiales y no ceder ante presiones no técnicas como los intereses económicos».
¿Qué le ha sorprendido más de este coronavirus como médico?
«La población, en general, ha dado la talla. El confinamiento no ha sido fácil para muchas familias y se ha visto una voluntad y esfuerzo digna de elogio. También, la respuesta del colectivo sanitario. Han dado un paso al frente y asumido su papel muchas veces en condiciones indignas».
Sin vacuna, ¿el riesgo de un rebrote es elevado en los próximos meses?
«Sin vacuna no podemos preguntarnos si existe rebrote o no, sino ¿cuándo será ese rebrote? Lo más probable es que el miedo de la población y las medidas de distancia social e higiene, entre otros, retrase una segunda onda epidémica que podría ser en el otoño, justo cuando empieza el ciclo de la gripe común y la gripe A. Esa coincidencia también nos preocupa. Desde luego, no creo que podamos bailar en la calle en los próximos carnavales (con lo carnavalero que soy, ojalá me equivoque, pero me temo que no)».
¿Cree usted que el clima puede haber influido en que Canarias sea la región con menos afectados?
«Se acaba de publicar un estudio riguroso que no encuentra relación entre la temperatura y la contagiosidad. Es un estudio amplio y realizado por un equipo de investigación muy prestigioso de Canadá. Lo que aún no se sabe es la influencia de, por ejemplo, la radiación ultravioleta y otros factores climatológicos».
¿Qué hacer o qué no debemos hacer en la calle para evitar contagios?
«Tenemos que cambiar nuestras costumbres sociales. Lo fundamental es que no podremos dar abrazos y besos. Debemos aprender a usar mascarilla y medidas de higiene estrictas. Posiblemente los actos multitudinarios como conciertos y fiestas tengan que cambiar sustancialmente. También las estrategias de movilidad (aviones y otros transportes públicos). En fin, se nos aproxima algo así como un cambio de paradigma social, en el que se puede educar a los más pequeños pero que los mayores sufriremos sin duda alguna».
Antes del estado de alarma, ¿era usted de los médicos que le quitaban importancia a esta enfermedad porque parecía lejana o ya le preocupaba su introducción en España?
«Cuando escuché que se anulaba el Mobile World Congress, pensé que era una exageración. Después se comenzaron a anular congresos médicos. Yo estaba en Barcelona hasta el día antes de cerrar el espacio aéreo y la impresión era que nadie (incluido yo) pensaba que ocurriría. Tampoco utilizaba las mascarillas ni otras medidas. Sin embargo la intranquilidad me aumentaba cuando veía las imágenes de lo que ocurría en China».
Lo ocurrido en los países más afectados, ¿cree usted que se debe a que se ha primado la economía sobre la salud en un primer momento?
«Yo creo que sí. Sin embargo, intuyo que los políticos tampoco se lo tomaron en serio y les ha pillado el toro. Lo deseable es que se tome nota de lo ocurrido y se disponga una adecuada organización y planificación en donde la atención a la salud sea el objetivo principal».