VICENTE PÉREZ
Nacido en Barlovento (La Palma) en 1942, Wladimiro Rodríguez Brito sabe lo que es el campo: por crianza, por profesión (fue agricultor y luego hizo su tesis doctoral como geógrafo sobre la agricultura de exportación), por sindicalista (fundó el sindicato agrario COAG en Canarias) y por el cargo público que ocupó durante muchos años (consejero de Medio Ambiente del Cabildo de Tenerife). Por eso no es de extrañar que se montara en un barco esta semana para ir a conocer sobre el terreno los estragos de los grandes incendios de agosto en Gran Canaria.
Jubilado ya como profesor de la Universidad de La Laguna (ULL) y sin cargos políticos, Rodríguez Brito expone a PLANETA CANARIO lo que ha visto en las cumbres y medianías grancanarias, durante una entrevista realizada en Tejeda.
Su diagnóstico es claro y contundente, para todas las islas con masa forestal: o se cambia el modelo económico y se cultivan las antiguas tierras agrarias hoy abandonadas, permitiendo el pastoreo en pastizales y facilitando que los jóvenes se dediquen al campo, o la maleza que ahora las ocupa arderá como un polvorín, llevándose por delante también a los pinares y el monte bajo. Es lo que ha ocurrido, concluye con cierta amargura, en los incendios que han calcinado más de 10.500 hectáreas en Gran Canaria en dos fatídicas semanas de este agosto.
«Lo ocurrido en Gran Canaria es un ejemplo de libro «

-Ha visitado este la amplia zona quemada por los incendios de agosto en Gran Canaria. ¿Cuál es su análisis de lo ocurrido?
«Estamos ante un ejemplo de libro de cómo las tierras que se estaban labrando sobrevien al fuego, y como este se ha desarrollado en tierras que sembraban en una época pero eran tierras de pastos. Cuando había actividad ganadera esta zona de Tejeda era de pastos. Y entorno al pueblo de Tejeda aún sobreviven algunos cultivos. Eso quiere decir que en todas las islas, gran parte de los incendios nacen y crecen en tierras que habían sido de cultivo y que habían sido de pastos y que ahora están abandonadas.
Más allá del esfuerzo y el acierto que seguro hicieron las brigadas forestales, la UME y los helicópteros, vemos cómo un caserío, el de Tejeda, ha sobrevivido. Se pone de manifiesto que aquí, donde estaba el cultivo, se salvaron del fuego, y si las tierras están labradas no afecta a las casas. Es decir, lo que ocurre en Gran Canaria es que hay una vegetación que ha crecido en estos últimos años, sobre todo los cañeros, los retamones y otras plantas más gramíneas, porque no hay pastoreo ni agricultura. Gran parte de lo que estamos viendo en la zona más húmeda (de Tenteniguada a Agaete), nos muestra cómo el fuego se ha propagado en la zona más húmeda de la isla, pero hay más vegetación también en tierras abandonas».
«Hemos pasado de 140.000 hectáreas cultivadas a solo 40.000»

Entonces el abandono del campo es el gran problema. ¿Qué puede hacerse desde las Administraciones Públicas para dar un giro a esta situación?
«No se están tomando medidas para eliminar todo este combustible en nuestros campos. No hay más que ver las tierras más fértiles de los secanos de Gran Canaria (Fontanales-Moya-San Mateo-Firgas) ahora cubiertas de cañeros, zarzales, helecheras, vinagreras etc., rodeando viviendas con gente que no vive ya del campo. Hay un problema muy grave en Canarias de 30 años a esta parte: hemos pasado de 40.000 hectáreas cultivadas en los años 50 del siglo pasado a 40.000, y eso quiere decir que hemos perdido más de 100.000 campesinos y campesinas, gente que atendía las tierras y ganado, más de 100.000 animales que se alimentaban de lo que se producía en estas islas, y que ahora la mayor parte la tenemos estabulada con forraje de fuera.
Por tanto habrá que plantearse seriamente si estas tierras abandonadas las puede volver a explotar jóvenes que quieran volver al campo, habrá que establecer también unos criterios para que los dueños de esas tierras sean responsables de su limpieza, de tal manera que se creen condiciones para quienes se acerquen al campo consigan una tierra con contratos que no pueden ser por menos de 8 o 10 años. Y así podríamos incorporar jóvenes a limpiar las tierras.
Por otra parte, si los propietarios no las limpian, cuando hay un marco legal que obliga a que las tierras no pueden estar como están ahora de abandono, y es por ahí por donde se propagan los incendios. Hay pueblos en Canarias, en todas las islas, excepto las orientales, con una preocupante situación, porque el fuego es un enemigo que tienen detrás de la puerta de la casa».
«La prevención es asignatura pendiente; se ha visto con Tamadaba»

Su mensaje está claro: mejor prevenir que curar…
«La prevención es una asignatura pendiente: hay que hacer pedagogía contra el fuego. Para ello hay que ver los entornos del fuego en la zona más húmeda de Gran Canaria, hablar con los campesinos del lugar. Es una temeridad permitir bardos de cañeros, zarzas junto a las viviendas o vías de comunicación, pinos quemados a cinco metros de las presas con agua, y aquí pidiendo hidroaviones y las viviendas rodeadas de matorrales».
¿Con prevención se pueden evitar sacrificios como el del pinar de Tamadaba?
«He contemplado las presas de Los Hoyos, la de Lugarejo y los Pérez, con gran cantidad de agua y los pinos de Tamadaba (la joya de la corona en Gran Canaria) quemados en sus inmediaciones. Muchos quemados de suelo, es decir, fácil de apagar con personal y agua; y un helicóptero hace muchas descargas en una hora. Lo ocurrido con Tamadaba solo lo podemos entender por la prioridad razonable de poner los medios en la defensa de las viviendas y las personas. Por eso, sí, aquí se pone de manifiesto que la prevención es la asignatura pendiente, tanto en Gran Canaria como en el resto de las islas».
«El verdadero debate no es hidroaviones o helicópteros sino recuperar o no el campo»

Siguiendo su argumentación, parece que cuando solo se centra el debate entre tener hidroaviones en Canarias o más helicópteros ¿estamos pasando por alto la raíz del problema, el abandono del campo?
«Es un debate urbanita, porque la gente de las ciudades nos hemos acostumbrado a creer que las máquinas lo resuelven todo. Es más, hay una cultura por ahí que dice que dentro de unos años ya no tendremos que trabajar nadie porque los robots van a producir todo, y otros que aseguran que podemos producir proteínas sin ganadería o sin agricultura. Así que en este asunto estamos aplicando un marco teórico urbano alejado de la realidad, y en Canarias el debate ahora mismo debe estar en cómo incorporar jóvenes al campo y cómo mejorar para ello los precios de los productos de la tierra, garantizarles unos ingresos mínimos y unas condiciones de vida que dignifiquen cultural y económicamente el campo.
Es impresentable que por ejemplo le digamos a un agricultor que siempre trigo y que esta semana se hayan parado las segadoras de trigo en el Norte de Tenerife porque no podían saltar chispas. Seguimos teniendo una burocracia urbana que nos aleja de la realidad. Y por lo tanto, tenemos que volver a hacer leyes posibles, viables, para que la actividad del campo no se encuentre con un conjunto de barreras, que cortar o limpiar un pedazo de tierra no requiera de proyectos… o que no tengamos en Canarias 8 o 10 categorías de suelo, cuando lo que debiéramos tener son unas leyes muy sencillas que defiendan la naturaleza, al nivel que la podamos mantener, y que por otro lado se defienda la actividad agroganadera. Y tampoco es viable que a un ganadero le digamos que produzca leche y que la venda más barata de lo que cuesta un cortado.
Lo malo que tiene esta alternativa es que no es tan vistosa, los cuatro hidroaviones en torno a la Isleta son signo de modernidad, estamos como en California. Pero hay que hablar de políticas: hay que cambiar el modelo económico de importar todo y animar a la población local a demandar productos de la tierra si no queremos tener incendios como los de este agosto».
«Hay que crear las condiciones para incorporar jóvenes al sector primario»

Ahora es Gran Canaria, pero de su análisis se infiere que mañana podrá ocurrir algo devastador en cualquier isla, e incluso repetirse en la parte gracanaria no quemada…
«Lo que ha pasado en Gran Canaria puede ocurrir en cualquier otra isla: La Palma, Tenerife, El Hierro o La Gomera. Pensemos que La Palma ahora mismo está perdiendo población en la mayor parte de los pueblos rurales, donde gran parte de las tierras de cultivo están abandonadas, y no digamos cómo los zarzales, de Puntallana a Garafía, están ya rodeando las casas, o cómo en Fuencaliente los pinares están sobre las mismas casas o cómo parte de las viñas que había entre Mazo y Fuencaliente están ocupadas por rabo de gato. O los problemas en el noroeste de La Palma, pues un municipio como El Paso está totalmente abandonado.
Lo mismo podemos decir del noroeste de Tenerife, sobre todo desde La Guancha hasta el valle de El Palmar, donde gran parte de las tierras están ocupadas por lecheras y zarzas.
Igual referencia podemos hacer de La Gomera, en Valle Gran Rey hace unos años se quemó un cañaveral, y está en abandono, o el barranco de Hermigua cómo una gran parte del agua de la charca va para las ranas y no para los cultivos.
Es decir, que tenemos que volver a hablar del campo con palabras mayores, de respeto, y para eso hay que incorporar jóvenes al sector agrario y ganadero, y lo harán en tanto en cuanto mejoremos sus condiciones de vida. También es verdad que hay que mejorar culturalmente las referencias del campo, y eso es un cambio que tiene que entrar desde la familia, la escuela, y no digamos desde esa universidad que está haciendo másteres en ciencias ocultas, muchas veces, y no está analizando pequeñas cosas del más acá como estas que yo he estado viendo en Gran Canaria»