PLANETA CANARIO
La catedrática de Filosofía Moral de la Universidad de Valencia Adela Cortina Ors ha explicado en Tenerife, donde impartió una conferencia, que, según neurocientíficos como David Eagleman, determinadas causas biosociales inducen al cerebro humano a que tenga tendencia a la xenofobia, “porque en él impera el fin de supervivencia y, por seguridad, busca lo conocido y se enerva ante lo que no controla”.
Ello sería el origen de todas las fobias que atenazan a las personas. Sin embargo, la filósofa no cree en el determinismo que esto parece implicar: “Tener una tendencia no implica tener que seguirla. Decidimos qué tendencias queremos cultivar y cuáles no, gracias a la facultad que nos da la libertad”.
Cortina fue la ponente invitada este vierenes a las Jornadas de Otoño organizadas por la Cátedra Cultural Javier Muguerza de la Universidad de La Laguna, en el marco de la cual impartió en el Aula Magna del Campus de Guajara una conferencia titulada Aporofobia, el rechazo al pobre. Un desafío a la democracia, según informó la ULL en un comunicado.
El rechazo al pobre y la «invisibilidad» del indigente
Tras ser presentada por el co-director de la Cátedra Cultura Javier Muguerza, Pablo Ródenas, la conferenciante disertó sobre el término “aporofobia”, que ella misma acuñó para definir el desprecio hacia los pobres, en un artículo que no tuvo mucha repercusión. En el año 2000, en otra columna en El País hasta daba la definición precisa para ver si así la Real Academia Española se daba por enterada de la existencia del vocablo, pero tampoco tuvo éxito. Finalmente, fue incorporado al diccionario en diciembre de 2017 y, ese mismo año, la Fundación para el Español Urgente (FUNDEU) la eligió palabra del año.
“Me gustó mucho que la razón esgrimida por la fundación para esta distinción fuera que se trata de una palabra para trasformar la realidad porque, efectivamente, es así, y por eso son importantes las palabras”, afirmó la catedrática. Cortina reflexionó que es importante que los conceptos abstractos tengan una palabra que los defina claramente porque es el único modo de que sean incorporados al pensamiento, pues “al tener nombre, podemos reconocer el fenómeno y tomar posición ante él”.
Para la filósofa, muchos de los fenómenos de rechazo que se suelen explicar por razones raciales o culturales se entienden, realmente, por la aporofobia. “En España entran cada año 82 millones de turistas. ¿Hay hacia ellos xenofobia? Tampoco se odia al extranjero que compra un piso de medio millón, sino al que no tiene recursos y cruza el Estrecho para escapar de la guerra y poder sobrevivir. El trato que se da a esa gente no es porque sea extranjera, sino porque es pobre”.
Sobre esa tendencia xenófoba del cerebro humano, Cortina señaló que, además del rechazo a lo desconocido para buscar la seguridad, existe un segundo mecanismo, la disociación: “Eludimos la información desagradable para defendernos de las circunstancias que nos perturban, justamente por ese impulso de sobrevivir. Por ello, las personas indigentes se vuelven realmente invisibles para el resto de la sociedad».
La defensa de una razón «cooperativa»
La ponente señaló que esa idea de que la racionalidad humana solo busca el beneficio personal “es pura ideología” y defendió que existe otra racionalidad “contractual y cooperativa” que explica la tendencia humana al cuidado y al altruismo. “El egoísta que trata de rechazar a los demás solo genera adversarios, no aliados; es mucho más inteligente cooperar”, apostilló.
En ese punto, explicó que los humanos son “reciprocadores”, es decir, están dispuestos a dar si reciben algo a cambio, y eso permite establecer un contrato social basado en esa reciprocidad. El problema está, justamente, en qué ocurre con quienes no tienen capacidad para aportar nada.
Las soluciones a esta situación pasan por una mejor educación de la ciudadanía y por la labor de las instituciones para combatir la pobreza. “Nuestro cerebro es muy plástico y se va conformando bioculturalmente. Si la sociedad es aporófoba, nuestro cerebro se conformará en ese sentido. Por eso, las instituciones no son inocentes y tienen que tener en cuenta a los excluidos», expuso la filósofa.
Como conclusión, Cortina cree que hay que tender hacia una ética del reconocimiento recíproco: “No somos seres aislados, estamos en vínculo una con otros. Es imposible ser feliz obviando las demás. El reconocimiento es la clave de la vida social, por eso creo que hay que educar en una razón cordial”.
Muguerza «abrió las puertas» al pensamiento en España
Destacó la conferenciante figura intelectual y humana de Javier Muguerza. “Para quienes formamos parte de la llamada Generación de la Transición, figuras como Muguerza o su maestro Aranguren fueron decisivas porque abrieron puertas en España a otros campos que no fueran la escolástica, el marxismo ortodoxo y el positivismo. Su labor fue un gran avance, al igual que esa idea que defendió de penar en español para impulsar el contacto con Iberoamérica”.
La rectora de la ULL, Rosa Aguilar, abrió el acto recordando que estas jornadas que la cátedra lleva organizado desde su fundación en 2012 este año han cobrado un significado especial dada la triste circunstancia del fallecimiento de Javier Muguerza en 2019. Destacó el paso del filósofo como docente de la institución tinerfeña entre 1972 y 1977 y su generosidad al final de su vida al donar su archivo personal y biblioteca a la ULL.
Precisamente sobre este legado hablaría a continuación la responsable de la biblioteca de Filosofía, Ana Gutiérrez, quien detalló los pormenores del duro trabajo que va a conllevar organizar los 9.000 volúmenes y 1.300 capetas que conforman el fondo Javier Muguerza, con el objetivo de mantenerlo íntegro y disponible para su consulta por parte de investigadores.