J.J.AFONSO
Alemana, pasa algunas semanas al año en Arico desde hace 20 años o más, dice que antes era el chapapote pero que de unos años a esta parte son los microplásticos y a ella lo que le gusta es la playa de la Punta de Abona, o playa Grande, que es como un testigo «privilegiado» de todo lo chungo que le hacemos a nuestros mares.
De todo o de casi todo porque las corrientes y las marejadas llevan hasta allí -en el litoral del municipio de Arico, al sur de Tenerife- la huella, las más de las veces lamentable, de nuestro maltrato al entorno. Pero Úrsula lo tiene claro: «El que echa basura al medio ambiente es idiota». Así de simple, sin más interpretaciones.
Para ella no tiene mucho sentido estar echada en la playa rodeada de residuos, y por eso aprovecha parte de su tiempo para recoger los microplásticos con un escurridor de verduras. No está muy contenta, sin embargo, porque dice que necesita algo más fino para llevarse también los trozos más pequeños que se le cuelan por la rejilla.
Ella piensa que lo que hace puede ser entretenido y divertido para los niños porque según ella en poco tiempo pueden ver cómo pueden llenar una bolsa. Desde luego educativo lo sería y mucho. ¿Pero a cuántos de nosotros se nos ocurriría una cosa semejante? ¿Cuántos estamos dispuestos a ir más allá de una queja por la falta de limpieza del Ayuntamiento y/o un par de fotos en el Facebook? Francamente, todo un ejemplo de una criadora de gallinas camperas en el norte de Alemania, gallinas felices sin duda que nos prestan a su dueña unas semanas cada año para que se preocupe de lo que nosotros las más de las veces no nos ocupamos ni nos preocupamos. ¡Ya vendrá alguien a limpiarlo, que para eso cobran!

Según Úrsula, la llegada de tantos residuos plásticos a esta costa es reciente, y va a más; y sólo la conciencia, la buena conciencia, puede frenar -o mitigar ya a estas alturas- el desastre.
Nadie la va a proponer, desde luego, pero Úrsula merece un premio Canarias por su actitud ejemplar. Ama a esta tierra, a todas las tierras, y se nota, y por eso es una auténtica patriótica aún viniendo de tan lejos. Y sin embargo no son pocos los que la miran con cierta desconfianza: ¿se habrá vuelto loca? Ojalá abundaran las personas locas con ese sentimiento de amor por la tierra, por el mar y por el aire que nos rodea no se sabe ya por cuánto tiempo.
