VICENTE PÉREZ
Tiene 70 años, está enfermo de artrosis y toma medicinas contra la depresión. El martes 19 el Juzgado de Primera Instancia 1 de La Laguna ha fijado el desahucio de su vivienda, que fue adjudicada a una empresa en una subasta judicial a raíz de una deuda que tenía con una entidad financiera.
J.Y. está destrozado. Lo que podía haber sido una jubilación feliz se ha convertido en una pesadilla. Por no tener, no tiene ni pensión: con sus deudas a Hacienda la Seguridad Social no puede solicitarla. Por eso, tiene que pagar el 40% del precio de las medicinas, y no puede comprarlas todas. Sobrevive como puede.
«Menos mal que creo en Dios, si no yo no estuviera aquí, y para mi Cáritas ha sido como un ángel», confiesa, apesadumbrado, pero con un incipiente destello de luz en el semblante, mientras señala con la mirada a un trabajador de esta organización no gubernamental en la que ha encontrado ayuda, comprensión y esperanza. También el Ayuntamiento de La Laguna le ha ofrecido ayuda económica de emergencia y está de la mano de Cáritas en busca de un aplazamiento del desahucio.
Atrás quedan sus años de empresario en el municipio tinerfeño de La Laguna, cuando llegó a tener tres empleados. Ahora solo le queda la fe en Dios, pocos amigos, y, aunque tiene hijos, las circunstancias de la vida han hecho que no cuente con su apoyo en estos complicados momentos.
En su desesperación, ha enviado una carta al rey Felipe VI: «Majestad […], quisiera que detuvieran el desahucio y me dieran tiempo para buscar una solución; no busco ni siquiera que me perdonen la deuda, sino tiempo para afrontarla. Le ruego encarecidamente que pueda usted hacer esa labore conmigo para no verme en la calle con la edad y mis dolencias».

Sin derecho a pensión de jubilación ni otras prestaciones
Su caso es dramático: no puede solicitar la pensión de jubilación ni tampoco acceder a una no contributiva. Y eso que, asegura, ha contribuido durante décadas ( 40 años de cotización). Sólo puede optar a alguna ayudas de alimentos o al alquiler (pero carece de ingresos regulares para que alguien le alquile una vivienda). «No me permitieron negociar la deuda, ni que yo continúe en alquiler pagando lo que pueda, la empresa Ibérica de Inversiones exige el lanzamiento», afirma este hombre descompuesto.
Se pregunta cómo es posible que si él ha cotizado a la Seguridad Social no puede disponer de parte del dinero que ha entregado a la hucha de las pensiones y que las arcas del Estado y sus acreedores puedan ir cobrando, aunque al final deba vivir con una parte de la pensión.
Hace años que pesaba sobre él una sentencia por deudas con el Banco Popular, con la Seguridad Social y con Hacienda. Y años también que está en tratamiento psiquiátrico y toma medicación para ello. La crisis económica y la competencia de las grandes superficies remataron su proyecto empresarial. Todo se torció: la vida y la empresa. Casi sin darse cuenta, con su depresión y su mala suerte en los últimos años, se ha visto en un desahucio por el que la próxima semana puede perder la casa de su vida.
J.Y. no quiere dar su nombre ni mostrar su cara: «Soy muy conocido, no quiero que mis vecinos y amigos me vean en esta situación, pero el martes me voy a resistir, con mis años no me puedo quedar sin casa e irme a la calle».
Para colmo, relata que ha tenido que presentar una queja contra el Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife para protestar por la abogada de oficio que le asignaron, pues nunca pudo hablar personalmente con ella, y por teléfono fue imposible contactar: «No me coge el teléfono y sus gestiones las he recibido por fax, pero solo para decirme que la fecha de lanzamiento era en febrero, y que, tras un aplazamiento, ahora será el 19 de marzo».

Cáritas denuncia el caso y busca una solución no traumática
Y en efecto, Cáritas logró paralizar un mes el desahucio, pero el proceso judicial está tan avanzado que ahora es harto complicado conseguir su suspensión. Desde esta organización gubernamental se admite que el caso de J.Y. es especial, y muy infrecuente, ya que a pesar de su edad no tiene derecho a cobrar pensión de jubilación por las deudas con el fisco, con algunas sanciones por infracciones.
«Pero en España el sistema de la Seguridad Social es abierto, no es un fondo de pensiones del que recuperas el dinero con intereses, sino que se paga una cuota y va a un fondo común, por lo que este señor no puede cubrir las deudas con lo aportado y quedarse con el resto para su jubilación», afirman desde esta organización no gubernamental.
Cáritas explica a PLANETA CANARIO que cuando los afectados por desahucios tocan a su puerta los procesos están ya muy avanzados, y es muy difícil paralizarlos, pero que aún así, en todos los casos, este incluido, intenta lograr una suspensión del lanzamiento. Con J.Y. lo lograron pero solo durante un mes. La espada de Damocles del desahucio vuelve a estar sobre este hombre.
Este jubilado forma parte de «los nuevos perfiles» de la pobreza en Canarias: familias monomarentales, personas mayores solas con hijos, mujeres mayores sin hogar y jubilados cuyos recursos no les da para pagar sus gastos corrientes de alquiler, luz, agua o alimentos. «¿Cómo puede una persona con menos de 300 euros vivir?», se pregunta un miembro de esta ONG.
Ahora el tiempo corre en contra de este hombre lagunero que espera un milagro de última hora. «Si me sacan de mi casa, será a rastras», advierte J.Y. Ignora cuál será su futuro a partir del día 19. Teme caer en el abismo de la exclusión social y su única agarradera es Cáritas. En el fondo nadie espera la intervención del rey, pero en esa carta va la verdadera vida real.