
En las Islas las papas de consumo a cuatro, cinco euros el quilo o más, quién lo diría, …por encima de nueve las papas antiguas, aunque eso se entiende mejor. Qué complejo es el mercado, ¡las papas por nubes, convertidas en artículo de lujo!
-Pero, ¿qué ha pasado?, esto no es muy normal.
Poca agua al final del invierno, cuando se siembra, y lluvias inesperadas al principio del verano, cuando hay que cavarlas, imposible si se forma barro, fenómenos que mermaron la producción. Esto le ocurrió este año a los valientes que decidieron sembrar papas, que tuvieron que pensarlo bien para no sufrir lo que ocurrió en 2022: una cosecha muy abundante que coincidió con la entrada de papas de fuera, terrible situación que provocó precios ridículos para el agricultor.
Como forma parte indispensable de nuestra dieta y tenemos empresarios muy avispados, entre cosecha y cosecha entra en Canarias mucha papa de fuera, para comer y también para sembrar, normalmente de Reino Unido que se compra en origen a bajo precio -allí es un cultivo industrial muy mecanizado- y que se vende aquí a un precio razonable para el necesitado consumidor y que aporta refrescantes beneficios, importar papas es un buen negocio.
Pero, pero, este año el descubrimiento de una plaga en los territorios de la Pérfida Albión cerró esa posibilidad de abastecimiento por prudencia fitopatológica. Nada extraordinario, por cierto, impedir la propagación de plagas y enfermedades de las plantas de cultivo es una práctica generalizada. Está prohibido, por ejemplo, la entrada de piña tropical y de plátano a Canarias, o la exportación desde Canarias a la Península de cualquier tipo de papa, ojo con esto.
Mientras los importadores buscaban de dónde traer el apreciado tubérculo -tienen que localizar disponibilidad, organizar el transporte y cerrar los acuerdos comerciales-, la demanda del consumidor superó la oferta disponible. Y ya se sabe, cuando hay es escasez y la gente quiere, sube el precio. Esto ocurre con las papas este verano y con el besugo en navidades.
Un episodio de escasez y subida de precios es mala noticia para la cadena de distribución, para todos menos para el primero que compró barato y puede vender al precio que quiera, que se ganó unas perritas extra aunque tampoco le soluciona mucho porque se queda sin género para atender a sus clientes. En el rubro de la distribución de alimentos, la continuidad de suministro es esencial y «romper stock» un enorme fracaso.
Nada nuevo bajo el sol, el equilibrio oferta/demanda en productos frescos resulta siempre imprevisible, impredecible, por eso oscilan los precios
Comprar caro es problemático, hay que vender caro y se vende menos, y cuando los precios bajen, cuando llegue el siguiente barco de Israel o de Egipto, las papas que no hayan vendido, compradas caro, hay que liquidarlas como sea. Salvo que de casualidad acierte con las cantidades -una lotería porque con el comportamiento de los consumidores nunca se sabe-, lo que sobre, para poder venderlas, hay que referenciarlas a su coste de reposición, es decir, ofrecerlas a pérdidas, -¡oh, cielos!-, eso o a la basura, porque nadie querrá papas a cuatro euros si las puede comprar a uno.
-¿Pero esa práctica no era ilegal?, ¿la ley de cadena no prohíbe expresamente la venta a pérdidas?
Nada nuevo bajo el sol, el equilibrio oferta/demanda en el mercado de productos frescos resulta siempre imprevisible, impredecible, por eso oscilan los precios: productores y comerciantes que pierden y otros que ganan. A quienes creen tener la solución para que esto no ocurra hay que animarlos a participar en los mercados, estamos en un sistema de libertad de empresa, adelante. Y no digan que esto se puede planificar mejor, ahorren condescendencia, hala, insisto, encontrarán una forma estupenda de ganarse la vida. La planificación tiene sus límites, ya se probó durante años en muchos países (comunistas) con el resultado que todos conocemos.
En este episodio de precios altos nadie habla de los «costes de producción», qué cosa, el mantra salvador que alguien pensó que era la panacea, pues no, manda la disponibilidad. Buenas prácticas, sí, seriedad en los tratos comerciales, por supuesto, trazabilidad sin fisuras para la garantía de origen y certificar la calidad, perfecto. ¿Van a multar a ese comerciante que bajó el precio para poder vender esas últimas papas adquiridas a precio de orillo?