RUBÉN EXPÓSITO
En Santa Cruz de Tenerife los vemos aparecer a cada momento. Gigantescos edificios flotando en horizontal que se acercan sigilosamente al puerto. Son una de las caras más amables y sosegadas del turismo, un lento paseo por la inmensidad del océano. Lo que ocurre es que detrás de esta preciosa máscara casi celestial se esconde el mismo infierno soltando ingentes cantidades de azufre.
El combustible que queman estos barcos es de los más contaminantes, con los datos que conocemos, decir que su uso debería estar prohibido es una cuestión de preservación básica de nuestro entorno. En la combustión, estos buques además de óxido de nitrógeno, emiten toneladas de óxido de azufre. La polución causada provoca graves daños a nuestra salud y al ecosistema.
Los cruceros que circulan por Europa emiten 20 veces más óxido de azufre que todos los coches del continente durante un año
Estos enormes barcos ocasionan graves daños medioambientales y extremadamente perjudiciales para nuestra salud debido a los humos. Para hacernos una idea de lo que este monstruo contamina de media, el cálculo lo sitúa en que para la misma distancia recorrida, un crucero contamina como cinco millones de coches. Esto se debe principalmente al tipo de aceite del combustible utilizado por los motores, que contiene hasta 3.500 veces más azufre que el de todos los demás vehículos en el continente. «Utilizan un combustible altamente tóxico porque hay una regulación deficiente a nivel internacional que les permite usar combustible como el último refinado del petróleo, que tiene un contenido de azufre muy superior al que tienen por ejemplo los coches con diésel», explica María García, portavoz de Ecologistas en Acción.
Los primeros en respirar los contaminantes son los que van el barco
El 80% de los cruceros que actualmente navegan en Europa no poseen ningún sistema de purificación del gas de escape. Sin esta tecnología para reducir los gases de escape, se generan grandes cantidades de dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno y de carbono. Estas sustancias, que también pueden viajar por kilómetros, son la causa de la acidificación del suelo, el agua, la eutrofización (acumulación de residuos orgánicos en el litoral marino o lagos, lagunas, embalses, etc…) que causa la proliferación indiscriminada de ciertas algas. También se apunta a que pueden ser corresponsables de enfermedades graves, como el cáncer o las enfermedades cardiovasculares. Empezando por los pasajeros y tripulación de los cruceros, que son los primeros en recibir esa contaminación por su proximidad.
Contaminación a cambio de recibir cada vez más cruceros
España es el país europeo más expuesto a la polución del aire causada por los buques turísticos. Según un estudio de la asociación Transport&Enviroment (T&E). Barcelona y Palma son los puertos con peores registros –especialmente de sulfuro– aunque también presentan niveles altos los dos principales puertos canarios: Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas, se suman a la lista Ibiza, Valencia, Cádiz y Málaga.
El turismo de cruceros crece a ojos vista en España. El sector se ha multiplicado por 18 en los últimos 25 años, según cálculos del departamento dependiente del Ministerio de Fomento.
Todo ese volumen al alza impone una factura ambiental. A más turistas, más buques atracando en los 46 puertos del Estado. En 2017 utilizaron los atraques españoles 172 buques turísticos, según los datos del Sistema de Identificación Automatizado (AIS), recopilados por T&E. Supusieron 4.238 cruceros. En 2018 fueron 4.384, según la estadística de Puertos y este año la tendencia continúa al alza.
Europa recibe una dosis altísima contaminación
La flota de cruceros que navegan por Europa alcanzan los 205 barcos, que emiten al año 62.200 toneladas de óxidos de sulfuro y 155.000 de óxidos de nitrógeno, según el cálculo de T&E. Solo 30 compañías son responsables de este volumen de contaminación. 14.500 toneladas de ese sulfuro se libera en España. 50 veces más que lo que emite el parque completo de coches anualmente. En el caso de los dióxidos de nitrógeno, España recibe 27.000 toneladas desde los escapes de los barcos.