VICENTE PÉREZ
La casa del corsario (que no pirata) Amargo Pargo, en el municipio tinerfeño de El Rosario, es en sí misma un tesoro histórico que los buscadores de otro tesoro inexistente se han encargado de ir desmontando, destruyendo piedra a piedra, hasta convertirla en unas ruinas de lo que un día fue una magnífica hacienda.
La leyenda de que entre sus antiguos muros había riquezas escondidas por este personaje a caballo entre los siglos XVII y XVIII desató durante las últimas décadas el afán por encontrarlas que la amenaza con reducirla a la nada.
Sus restos -algunas habitaciones a duras penas en pie, el patio, el aljibe- han sido objeto, sin embargo de compraventa. La propiedad en los últimos años ha cambiado de manos. Su hasta no hace mucho propietaria la vendía al Ayuntamiento de El Rosario por 50.000 euros.
Este, en el pasado mandato, ya con Escolástico Gil de alcalde, preguntó por escrito al Cabido de Tenerife si el consistorio podía comprarla, porque se la ofrecían por esa cantidad, a lo que no recibió respuesta.
En 2016 y 2018, fruto de enmiendas presentas por el PP, el Cabildo llegó a aprobar la incorporación a sus presupuestos de una partida para adquirir este inmueble.
En lo que el Cabildo se lo pensaba y tomaba la iniciativa, la legendaria casa -más bien lo que de ella queda- cambió de manos y fue adquirida por el periodista Francisco Pomares.
En mayo del presente año, al filo del final del pasado mandato, desde la oposición, el PP, cuando su portavoz era Sebastián Ledesma, volvió a preguntar por este asunto en un pleno de la Corporación insular, a lo cual la entonces consejera de Patrimonio Histórico, Josefa Mesa, aseguró que a finales de 2018 se había reunido con el nuevo dueño, y le trasladó el interés del Cabildo por comprar el inmueble, ubicado en el barrio de Machado y vinculado al camino de la Virgen de Candelaria (también declarado BIC), para lo cual le solicitó una serie de documentación, que en la fecha de esa sesión plenaria aún no se había recibido.
La extrañeza de IR-Verdes por que el Cabildo no lo comprara antes
Fuentes del partido IR-Verdes, que desde 2015 gobierna en El Rosario y que cuando estaba en la oposición presentó en varias ocasiones iniciativas en los plenos para que la casa pasara a manos públicas y pudiera ser restaurada, han advertido de que si el Cabildo la hubiera comprado a la anterior dueña hubiera salido más barata al erario público, por lo que no comprenden por qué no se hicieron más gestiones entonces.
Un corsario de leyenda

Nacido en La Laguna de padres labradores y comerciantes, perteneció a una familia de siete hermanos, de los que tres se hicieron monjas. Con 14 años hizo a la mar, y ya con 21 era alférez. Acumuló un gran fortuna, con 900 fanegadas y 60 casas. Fue corsario y capitán de mar y tierra por designación real
Poseyó barcos con los que comerció con México, Venezuela, Cuba y el Mediterráneo, exportando malvasía y aguardiente de sus propiedades, y compraba y vendía cacao, telas, tabaco… Aunque en la época se comerciaba también con esclavos, nuestro corsario apenas lo hizo, y además facilitó la fuga de alguno de ellos.
Dejó como herederos a Amaro González de Mesa y Ana Josefa Rodríguez Felipe, sus sobrinos. La finca de Toriño, en Machado, figura entre las propiedades que recibieron del corsario.
Habitada hasta 1975
El inmueble ya existía al menos desde 1642. El último habitante de la casa fue Felipe Trujillo, hasta 1975; falleció con 99 años y solía comentar con los vecinos que era descendiente del corsario, y que allí había un tesoro escondido. Eso disparó una obcecación incontrolable de buscadores del tesoro, que acabaron con buena parte de la hacienda como un vendaval arrasador o un terremoto infernal.
El corsario fue amigo de sor María de Jesús, la conocida como La Siervita o monja incorrupta, debido a que tres hermanas suyas fueron monjas de clausura. Fue Amaro Pargo quien le compró el sarcófago para que se custodiara su cuerpo incorrupto.
El alcalde dice que hasta los niños le piden que la casa se restaure
Tan llamativa es la destrucción de este BIC que hasta los niños y las niñas del municipio les preocupa su calamitoso panorama. Así, esta semana el alcalde de El Rosario ha contado en Facebook cómo los alumnos de Infantil del colegio de El Tablero le han hecho llegar una carta en el que le cuentan que han visitado esta casa y «les ha impresionado mucho».
«Me dicen que les gustaría que se pudiera restaurar y que se han puesto tristes al ver su estado. Ojalá pueda garantizarse su conservación, tal y como hemos pedido en varias ocasiones al Cabildo. Además, he estado viendo los dibujos que me envían y están hechos unos artistas», afirma el regidor municipal en un post con la mesa de despacho llena de estas creaciones de los escolares con su visión de tan histórica construcción.
Y da sus nombres a estos pequeños defensores del patrimonio cultural: Idafe, Iriome, Paula, Lía, Asier C., Famara, Neymara, Sidi, Javi, Ariadna, Ione, Asier N., Romén, Valentina, Alba, Lorena, Zoe, Diego, Yenedey, Aday, Fabio, Adán, Hadrien, Orianna, Laura y Yoyi.