PLANETA CANARIO
El Parque Nacional del Teide no solo atesora volcanes. También especies vegetales entre las que destaca un cedro canario que supera los 1.118 años de edad. Es decir, comenzó a brotar en la Edad Media, en el siglo X, y ahí sigue, convertido ahora en un vetusto ejemplar, al que por algo se le denomina El Patriarca, que puede considerarse entre los árboles más longevos de España.
La antigüedad de este ejemplar se ha datado mediante la prueba del carbono 14, dentro de un estudio científico que desarrolla el Cabildo de Tenerife para la recuperación del cedro canario en Las Cañadas del Teide. Esta especie vegetal (Juniperus cedurs spp cedrus) es endémica de la Macaronesia con presencia también en Madeira, La Palma, La Gomera y Gran Canaria.
En la actualidad, la existencia de cedros en el parque nacional tinerfeño es bastante limitada, pero se supone que en otras épocas su presencia fue mucho mayor. Desde épocas prehispánicas la explotación de este árbol fue muy abundante.
“Algunos especialistas indican que, en otras épocas, las cumbres de Tenerife pudieron estar pobladas de bosques de cedros, los cuales comenzaron su regresión en el paisaje a partir del poblamiento de la isla. Por ello la administración del Parque Nacional ha puesto en marcha, junto a la Universidad de La Laguna, un estudio que pretende demostrar esa hipótesis para recuperar esos bosquetes que en el pasado convivían con la flora de este espacio natural”, afirma en un comunicado Manuel Durbán, director de este espacio natural protegido.
Con los resultados obtenidos se obtendrán criterios para comenzar una campaña de reintroducción del cedro canario en los lugares donde llegó a arraigar en el pasado.
Uno de los árboles más viejos de España
Como explican Manuel V. Marrero Gómez y José Luis Martín Esquivel en un artículo publicado en el número 62 del Boletín de la Red de Parques Nacionales, que edita el Ministerio para la Transición Ecológica, este cedro «ya estaba vivo a principios del siglo X y tendría en la actualidad una edad aproximada de 1.118 años» y «se aproxima mucho a los 1.230 años determinados recientemente para un ejemplar de Pino de los Balcanes (Pinus heldreichii) y que lo califican como el árbol más viejo de Europa datado científicamente».» Así, superando el milenio y aunque probablemente no alcance la edad que se estima para algunos tejos, robles, castaños, olivos, etc. que crecen en la España peninsular este sea igualmente uno de los árboles más viejos del País», explican los autores de este artículo científico.
De esta forma, El Patriarca ha sobrevivido a los diversos fenómenos catastróficos que se producían en su entorno, como erupciones volcánicas, sequías pertinaces, periodos de frío extremo (como la pequeña edad del hielo) o incluso la mayor catástrofe natural registrada en Canarias, la tormenta de San Florencio, que algunas fuentes citan como huracán y que en 1826 arrasó Tenerife dejando centenares de fallecidos.
El proyecto de investigación
El estudio que llevan a cabo el Cabildo y la ULL se vertebra en cuatro grupos de investigaciones: los estudios genéticos, la paleopalinología, el análisis de los vectores de dispersión y el seguimiento por GPS de ciertas especies animales implicadas en la dispersión de sus semillas.
El primero de ellos consiste en analizar las diferencias entre los diferentes ejemplares que sobreviven en este paraje de la cumbre tinerfeña. Con ello, se ha evidenciado que, pese a las diferencias que puedan existir el flujo genético entre ellos es escaso.
El segundo grupo de estudio, llamado paleopalinología, consiste en reconstruir, a partir de catas en el terreno, cómo era la vegetación en ese entorno, aproximadamente hace 5.000 años. Esta reconstrucción se anticipa a la presencia del hombre y de animales herbívoros introducidos y sus resultados son de un alto valor para saber si existieron esos bosques de cedros en las cumbres de la isla.
Y los otros dos estudios que se realizan están relacionados. En uno se analiza el trabajo de dispersión que pueden realizar cierto tipo de aves y lagartos de las semillas de la planta, y cuál es su incidencia y despliegue en el terreno. Por otro lado, se usa tecnología de GPS para “seguir” a ciertos individuos de cuervo (Corvus corax) y de mirlo capiblanco (Turdus torquatus) y delimitar sus movimientos. En los resultados de estos seguimientos se ha evidenciado que los cuervos tienen recorridos mayores mientras que los mirlos capiblancos se desplazan por una zona más limitada, cercana a recursos hídricos y poblaciones de cedro, cuyos frutos le sirven de alimento.