PLANETA CANARIO
Un equipo internacional de científicos liderado por la Università degli Studi di Roma Tre (Italia), en colaboración con el INGV (Italia) y el Instituto Geográfico Nacional (IGN), ha reconstruido la cronología eruptiva de La Palma de los últimos 4.000 años.
El estudio, publicado recientemente en la revista Journal of Volcanology and Geothermal Research, utiliza técnicas paleomagnéticas para datar ocho erupciones del Holoceno (época geológica actual, iniciada hace 11.700 años), que hasta ahora tenían edades muy poco precisas.
Estas erupciones estaban identificadas únicamente por escasas dataciones radiométricas (como K/Ar o el carbono 14), o por evidencias estratigráficas (capas de rocas) y arqueológicas.
Para este trabajo, los investigadores tomaron 300 muestras orientadas en 28 flujos de lava y edificios volcánicos de La Palma, y las compararon con modelos de la variación secular del campo magnético terrestre durante el Holoceno, según informa el IGN en un comunicado.
¿Cómo funciona el paleomagnetismo?

Cuando la lava se enfría tras una erupción, los minerales magnéticos que contiene se alinean con el campo magnético de la Tierra en ese instante.
Esta orientación queda congelada en la roca, actuando como una firma temporal única. Comparando esa señal con modelos que reconstruyen cómo ha cambiado el campo magnético terrestre a lo largo del tiempo, los científicos pueden determinar la edad de la erupción con notable precisión.
Mayor frecuencia eruptiva los últimos 1.100 años
Gracias a esta técnica, se lograron establecer ventanas de edad paleomagnéticas coherentes con las dataciones de carbono 14 disponibles, pero más precisas y confiables. En tres de las ocho erupciones estudiadas, se pudo comparar directamente ambas metodologías, confirmando la validez del enfoque paleomagnético.

IGNS trabajando en las proximidades de la erupción en una instantánea tomada por el fotógrafo Arturo Rodríguez.
El nuevo marco cronológico revela un patrón de actividad volcánica que se agrupa en tres fases en los últimos 4000 años: una primera fase de baja recurrencia eruptiva (tres erupciones entre aproximadamente 2000 antes de Cristo y 300 a.C.), seguida de un intervalo de inactividad de unos 1.000 años, y finalmente, una fase de mayor frecuencia eruptiva en los últimos 1.100 años, con hasta nueve eventos —una erupción por siglo, como promedio.

El volcán San Antonio, ‘rejuvenecido’ por la erupción de 1677
Además, según destaca el IGN, el estudio demuestra que los flancos del antiguo edificio volcánico de San Antonio están casi completamente cubiertos por depósitos de la erupción de Fuencaliente de 1677, lo que redefine parte de la evolución geológica reciente del sur de La Palma.
Es decir, la erupción de ese año cubrió de materiales nuevos el cráter del San Antonio, dándole una apariencia de ser un volcán más reciente, pese a que es muy anterior en el tiempo,

El IGN añade que, para las erupciones estudiadas, se han realizado análisis petrológicos, para detectar posibles cambios en el quimismo de la actividad holocénica en la isla. Por quimismo se entiende el estudio de los fenómenos naturales explicables gracias a la química.
El resultado de este trabajo es que confirma la composición ya descrita por otros investigadores como J. Carracedo o A. Klügel, ambos científicos de sobrada experiencia en el volcanismo palmero.

Esta investigación, en palabras del IGN, «representa un avance clave en la reconstrucción de la historia eruptiva de La Palma y demuestra el potencial del paleomagnetismo como herramienta para mejorar la evaluación del riesgo volcánico, especialmente en islas como La Palma, donde la reciente erupción del volcán Tajogaite en 2021 evidenció la necesidad de contar con modelos históricos precisos para planificar y mitigar futuros desastres».
El estudio ha sido realizado por A. Magli, P. del Carlo, A. di Roberto, G. Giordano. S. Meletlidis, M. Pompilio y F. Speranza.