Los aeropuertos canarios han registrado más de 4,22 millones pasajeros en el mes de marzo, lo que ha supuesto un incremento del 2% con respecto al mismo mes del año 2018, según las estadísticas publicadas por AENA.
El total de pasajeros comerciales (4.191.371) que pasaron por los aeropuertos canarios, 1,43 millones corresponden a tráfico nacional, lo que ha supuesto un incremento del 7,2%, mientras que 2,75 millones pertenecían al tráfico internacional, que se mantiene igual que hace un año.
Los aeropuertos que registraron un mayor tráfico de pasajeros en Canarias se encuentra el de Gran Canaria, con 1.304.052 (+1,1%), seguido de Tenerife Sur, con 1.107.643 (+4,7%), y el de Lanzarote con 669.053 (+2,6) Fuerteventura con 509.814 (-8,5%); el de Tenerife Norte, con 468.142 (+8,3%); La Palma, con 137.132 (+7,8%); El Hierro, con 19.983 (+3,6%); y con el mayor incremento porcentual La Gomera, que experimentó un aumento del 35,2 por ciento, 5.244 pasajeros.
El número de operaciones fue de 37.275 movimientos, un 1,9 por ciento más. Así, del total de operaciones 19.478 fueron nacionales (+6,6%) y 16.515 internacionales (-1,2%). En lo que se refiere al tráfico de mercancías, ascendió a más de 3.400 toneladas transportadas, un 1,8 por ciento más que en marzo de 2018.
Más pasajeros en el primer trimestre
Las cifras registradas en marzo permiten evaluar el crecimiento registrado por los aeropuertos canarios en el primer trimestre del año en un 1,5% con respecto al mismo periodo de 2018, fijándose en más de 11,5 millones de pasajeros. Así, del total de pasajeros comerciales (11.474.243), 3.917.416 correspondieron a vuelos nacionales (+8,2%), mientras que 7.556.827 fueron internacionales (-0,9%). El número de operaciones registradas durante este periodo fue de 105.805 (+3%) y el tráfico de mercancías transportadas ascendió a 9.237 toneladas (-2,1%).
¿Estamos seguros de seguir por este camino?
Todo incremento en las estadísticas relacionadas sobre nuestra principal actividad económica, el turismo, siempre son bien relatadas en cualquier medio que leamos, veamos o escuchemos, nadie objeta nada.
Al ver estas cifras debería uno maravillarse; al año a los canarios nos visitan 16 millones personas; lo vuelvo a poner, 16 millones de personas. Lo que ocurre es que en Canarias en junio del año pasado contábamos con una población de 2.188.626 personas. El Archipiélago es la 7ª Comunidad Autónoma de España en cuanto a población se refiere. Algo menos de un millón (unas 900.000) viven en Tenerife, unas 83.000 en La Palma, 21.000 en La Gomera, 11.000 en El Hierro, unas 800.000 en Gran Canaria, 150.000 en Lanzarote y unas 120.000 en Fuerteventura.
Con estos datos censales, de un territorio tan bello como limitado, y tan necesitado de protección, esa cifra de visitantes, 16 millones, me parece como cuando vas a Ikea con un Smart e intentas meterle dentro un juego de comedor completo con sus seis sillas, por más que lo intentes no cabe todo y te arriesgas a romper el coche por dentro. El modelo no parece ser sostenible. Por ejemplo, tenemos problemas con la gestión de residuos, los emisarios ilegales (más de 500 en toda Canarias) ensucian nuestras costas: La responsabilidad, por supuesto, no es del que viene a visitarnos, es del político que no ha hecho nada en estos años, pero no es menos cierto que si no tienes unas infraestructuras adecuadas, no puedes permitirte un volumen tan salvaje de visitantes sin que repercuta dañando la naturaleza de las islas.
Los transportes públicos son deficientes, el número de coches es escandaloso y el deterioro en general de las islas, no va a alta velocidad, pero sÍ que va al golpito, seguimos obsesionados con crecer y seguimos otorgando licencias urbanísticas para que de manera infinita (por lo que se ve) sigamos construyendo hoteles hasta que por el peso nos hundamos en el Atlántico para desaparecer como el Atlántida. El choque entre la sostenibilidad y el crecimiento económico del sistema en el que vivimos es cada vez más fuerte, necesitamos crear empleo y seguir creciendo económicamente, pero está ocurriendo que la naturaleza y la lógica comienzan a no estar de acuerdo con nuestros planes.