PLANETA CANARIO
El pino canario es famoso en todo el mundo por su resistencia al fuego. En La Palma, la erupción volcánica ha dejado su huella en una extensa masa de pinar de Cumbre Vieja, que ofrece una apariencia de desolación, con ramas secas, después de haber soportado tres meses de casi constante caída de ceniza ardiente y de inmisiones de dióxido de azufre, además de las altísimas temperaturas en las proximidades del cráter.
Es un monte que pareciera muerto, y aunque algunos árboles perecerán, se espera que la mayor parte retoñe, como lo hace siempre el pino canario afectado por incendios. Y en efecto: ejemplares próximos al cráter ya tienen los primeros brotes verdes, una muestra de lo fuerte que es la naturaleza también para revivir, y que se convierte en un signo de esperanza también para las miles de familias afectadas por esta catástrofe en el valle de Aridane.
Estos árboles retoñados los ha captado con sus cámaras estos días de abril la productora audiovisual I LOVE THE WORLD, que dirige Alfonso Escalero, y que ha estado de nuevo en La Palma para grabar imágenes de la zona afectada sobre todo para terminar el libro que se titula Las otras historias del volcán, que presentará públicamente el 30 de mayo, Día de Canarias.
Se trata de la mayor compilación hasta ahora de testimonios sobre esta catástrofe, más de 80, la mayoría de personas afectadas, e incluirá también un amplio reportaje fotográfico con las imágenes aéreas captadas por I LOVE THE WORLD durante y después de la erupción, tan espectaculares por tratarse de un fenómeno geológico tan visual como dramáticas por la destrucción de bienes materiales que ha acarreado en una área habitada que supera 10 kilómetros cuadrados.
En las fotos y vídeos divulgadas estos días por I LOVE THE WORLD los pinos apuntan ya una especie de milagrosa resurrección que, en el fondo, no es más que su reacción habitual en estos casos.
Pero, ¿de dónde le viene al pino canario, llamado científicamente Pinus canariensis, esta fortaleza? Como explica la agencia SINC en un reportaje, hace más de 135 millones de años, en el Jurásico Superior, el mar de Tetis separaba los primitivos continentes de Laurasia (formada por Europa, Asia y América del Norte) y Gondwana (Sudamérica, África, la Antártida y Oceanía).
En esas costas nació una conífera camaleónica, resistente a las condiciones más adversas y que pervive en la actualidad. Es el hoy pino canario.
Esta imagen de dron, captada en diciembre pasado por I LOVE THE WORLD, muestra el efecto de la erupción en el pinar que la rodea:
Fósiles encontrados en Austria, en el sur de Francia y en el levante español corroboran esta hipótesis, reafirmada porque “su pariente más próximo es el pino del Himalaya (Pinus roxburghii), situado a más de 6.000 kilómetros de distancia”, explica a SINC José Climent, director del departamento de Ecología y Genética Forestal del Centro de Investigación Forestal (CIFOR-INIA) en Madrid.
Tras los períodos fríos y la glaciación, la especie quedó restringida al Archipiélago canario hace 65 millones de años. En la actualidad, los ejemplares se localizan en Gran Canaria, Tenerife, La Gomera, La Palma y El Hierro, aunque existen restos fósiles también en Fuerteventura.
Acostumbrado a vivir entre los volcanes de las islas, la principal característica de este pino es su resistencia al fuego. “Cuenta con una alta adaptación a las llamas, que le ayudan a eliminar árboles enfermos y favorece la germinación de nuevos individuos”, explica a SINC José Ramón Arévalo, investigador del departamento de Ecología de la Universidad de La Laguna (Tenerife).
Su resistencia a las condiciones más difíciles lo convierte en el mejor candidato para la reforestación, sobre todo en zonas que fueron su antiguo dominio. “Esto abarca áreas que van desde los 600 a los 2.000 metros de altitud en zonas meridionales (al sur), y por encima de los 1.200 metros en puntos septentrionales (al norte)”, señala a SINC Arnoldo Santos, investigador del Jardín de Aclimatación de la Orotava (ICIA) en Tenerife.
Aunque se han plantado algunos ejemplares en la Península Ibérica (en puntos de Sierra Morena, Castellón y Valencia), los expertos coinciden en destacar que su introducción “no resulta positiva” y apuntan a las especies nativas, resistentes al fuego, como la mejor opción. De esta forma, la reforestación se acercaría al proceso natural.
Aparte de este uso forestal, el pino canario actúa como protector de suelos y capta las precipitaciones de zonas influidas por los vientos alisios (que circulan entre los trópicos), lo que aumenta las reservas hídricas y evita la erosión.
La pérdida de ejemplares por culpa de la acción humana, informa SINC, obligó a las autoridades de las islas de la época a publicar normativas de conservación y repoblación.
Hoy, la especie está muy preservada, al desarrollarse sobre todo en zonas protegidas como el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente (La Palma) y otros parques naturales del archipiélago.
Sin embargo, a pesar de esta protección, la especie se ve amenazada por las plagas, el cambio climático y los incendios muy frecuentes. Su convivencia con otras especies, por el contrario, no supone un problema gracias a su perfil camaleónico.
A diferencia de otras especies de las islas, que necesitan condiciones menos adversas, el pino canario “es un buen colonizador de terrenos volcánicos jóvenes y se adapta a diferentes altitudes: desde casi el nivel del mar hasta más de 2.300 metros de altitud”, asegura Santos. Es por eso que las escarpadas cumbres de las islas más altas no son un desierto volcánico. Si el ritmo de incendios se lo permite, desde allí podrá ser fiel testigo de lo que ocurra en los próximos millones de años.