VICENTE PÉREZ
Lupita ha vuelto a nacer en la vejez. Esta perra yorkshire de 15 años, y ya con poca visión por la edad, nunca quiso dejar de vivir durante los casi dos dramáticos días que estuvo atrapada en un sifón de unos adosados de La Laguna. Ni tampoco su dueño, Javier Martín, y sus vecinos la iban a dejar morir así porque sí.
Fueron 44 horas de agonía, en los que hubo vecinos de la urbanización donde ocurrió, El Coromoto, que no pudieron dormir pensando en que Lupita se debatía entre la vida y la muerte. Todavía hoy, días después, a Fernando, amante de los animales y uno de los mejores amigos de esta mascota, este suceso le impide conciliar el sueño. Aunque haya tenido final feliz.
Todo comenzó cuando esta pequeña mascota cayó accidentalmente por una conducción. Cuando sus dueños la echaron en falta, y la llamaron, pudieron advertir por sus ladridos que había caído en el sifón de la urbanización y se encontraba bajo las viviendas. Desesperado, Javier buscó ayuda. Vinieron los bomberos, la Políca Local…. y con él se solidarizó la mayoría de sus vecinos. El problema era localizar el punto exacto en que estaba la perrita. Y no fue fácil.
«Hubo momentos de desesperación, cuando ya no ladraba»

Durante las interminables horas de la noche, que más bien parecían siglos, Javier la llamaba para que se sintiera acompañada y tener la certeza de que aún estaba con vida. «Hubo momentos desesperantes, de auténtica bajona, porque el primer día ladraba y eso me daba una inyección de moral, pero luego hubo un instante en que ya no se la escuchaba, y pensé en lo peor; pero luego volvió a ladrar y recuperé la esperanza», relata, emocionado, este joven para quien su mascota «es una más de la familia».
Y no es de extrañar: Javier tiene 25 años y 15 los ha pasado con Lupita. Era un niño cuando empezó a cuidarla, ahora es adulto. Casi no recuerda la vida sin ella. Por eso no quiso rendirse a la desesperanza.
Para rescatarla, era preciso localizar bajo qué vivienda se encontraba el animal. Una labor que fue harto complicada. Ese reto lo asumió un fontanero que lo dio todo por esta causa, operario de Desatascos Jumbo y que, como elogia Javier, «actúo como un crack, pues metió hasta una cámara, y señaló el punto donde estaba la mascota».
Para acceder a donde se creía que estaba Lupita era preciso limpiar además un tramo de la conducción, pero se corría el riesgo de que el agua que había en su interior la pudiera ahogar. En uno de los momentos más delicados, Lupita tuvo el instinto de supervivencia para buscar refugio en un punto del sifón donde su cabeza permanecía a salvo del agua y podía respirar.
En medio del drama, un vecino que no permitía el rescate

Fue el momento de intervenir los bomberos. Ya se sabía dónde estaba la yorkshire. Y entonces sucedió algo inesperado, un hecho impactante que nunca se hubieran podido imaginar ni el propietario de la infortunada mascota ni la mayoría de sus convecinos: el dueño de una vivienda se negaba a dejar pasar a los bomberos ni a los policías. Las horas pasaban y este nuevo y desagradable inconveniente no hacía sino aumentar la inquietud por un desenlace fatal.
Finalmente, la Policía recibió ordenes de acceder al patio de la vivienda aunque su propietario se negara. En el acongojado vecindario todos, excepto ese vecino, tenían claro que había que hacer lo que fuera por rescatar a Lupita, aunque al principio alguno que otro advirtió del coste de este rescate, que puede ascender a varios miles de euros. Pero, ¿cuánto vale la vida? ¿Solo hay que salvar la vida humana y no la animal en estos casos? Lupita tenía derecho a vivir. Las leyes empiezan a proteger cada vez más a las mascotas no como cosas sino como seres sintientes. Seres con sentimientos. ¿Pero es una cuestión de leyes o una cuestión de ética humana? Preguntas a las que supieron dar respuesta quienes e intervinieron en este rescate y lo presenciaron.
Sin perder la esperanza, cuando ya pasaban 44 horas, los bomberos picaron en el suelo de la esquina del jardín de lavivienda, y lograron acceder a la conducción, donde apareció Lupita. Asustada. Agotada. Con el cuerpo sucio y mojado. Temblando de frío. Pero viva.
«Es como si se me hubiera caído un familiar en esa fosa»

Para Javier fue uno de los momentos más felices de su vida. «Imagínese, es como si se me hubiera caído un familiar en esa fosa», cuenta este joven días después de este amargo suceso, todavía con el susto metido en el cuerpo. Pero con su mascota sana y salvo en sus brazos.
Junto a la perra de su vida ha querido aprovechar su testimonio en PLANETA CANARIO para expresar su agradecimiento a quienes durante esos dos días de corazones en vilo no dejaron de luchar ni de apoyarle ni de buscar ayuda: «Le doy gracias a mis familiares, amigos, vecinos, al administrador de la urbanización, a Desatascos Jumbo (especialmente a su magnífico operario), a la protectora de animales Difusiones y Rescates 4 Patas (Bibian y Pilar), a la clínica veterinaria Baby Mascotas ( y, en concreto a Miguel), a Vetercan Canarias, y a las autoridades, a la Policía Local de la Laguna, y los bomberos del Consorcio».
«Un final feliz gracias al empuje de grandes corazones»

Han pasado días de aquel agobiante inicio de septiembre pero Fernando, un vecino que quiere mucho a Lupita, aún parece sentir por las noches los lamentos de la perrita atrapada en aquel pequeño túnel, que bien pudiera haber sido el que solo tiene al final la luz postrera de la vida.
«No he podido dormir, estoy muy impresionado, y sé que así le pasa a muchos que han vivido esta experiencia, pero lo importante es que gracias al empuje de grandes corazones Lupita salió del infierno en que estuvo durante 44 horas bajo tierra», confiesa Fernando, quien se congratula del «final feliz, que debe hacernos reflexionar».
El drama de Lupita y su rescate ha unido más a algunos vecinos. Tal es así que el próximo sábado van a celebrarlo con una comida de confraternidad. Y no es para menos: han sido humanos con humanidad. Pueden estar orgullosos: han salvado una vida. Y pronto descubrirán que pueden dormir mejor que antes, con la conciencia muy tranquila del deber moral cumplido.