VICENTE PÉREZ
La que nunca llegó a ser leprosería, pero así se la conoce, situada en Abades, y obra del reputado arquitecto José Marrero Regalado, resiste al salitre y el viento tras 73 años de abandono en Punta de Abona, al sur de Tenerife. Son 36 edificaciones, con más de 12.000 metros cuadrados edificados, que quedaron sin terminar a mediados de los años 40 del siglo pasado.
Su destino iba a ser un hospital sanatorio para enfermos de lepra pero luego acabó siendo propiedad del Ejército para maniobras militares y finalmente ha acabado en manos de unos empresarios italianos que van a construir en esa costa cuatro hoteles de cinco estrellas para casi 3.000 camas con una inversión de 363 millones de euros en un área que abarca 1,78 millones de metros cuadrados (equivalentes a 178 campos de fútbol), operación que incluirá un gran parque recreativo, un balneario-talasoterapia y un centro comercial.
Aunque nunca se terminaron las obras de la leprosería, el sello de su creador se nota en la calidad de diseño de determinadas construcciones, algunas con porte monumental, y en la concepción global del proyecto. Tal es así que el Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo, la propia Comisión Insular de Patrimonio Histórico y el Ayuntameinto de Arico han advertido de tales valores históricos y artísticos en el expediente de modificación del planeamiento de este municipio del sur tinerfeño para posibilitar esta inversión turística.
La propia empresa inversora, Playa de Arico SL, controlada por la familia italiana Gioacomini, parece haber asumido que así es y por ello se ha pospuesto a un futuro plan especial -diferente al proyecto hotelero previsto- cómo rehabilitar y qué uso dar a esta parte de Punta de Abona, que está clasificada como suelo rústico y solo se permitirá la actual edificabilidad que tiene esta antigua obra, que se usará como equipamiento complementario al complejo turístico que se implantará en sus cercanías, en la parte más próxima a la autopista, pues se deja libre la más próxima al mar.
Para hacer viable este gran proyecto hotelero, desde el pequeño núcleo de Punta de Abona a la urbanización de Abades, la Viceconsejería de Política Territorial del Gobierno canario ha suspendido las normas subsidiarias urbanísticas de Arico, para así poder ordenar este sector mediante una normativa de aplicación transitoria, que luego será incorporada al planeamiento general del municipio, y cuya evaluación ambiental salió el pasado año a exposición pública.
Proyecto de Palerm y Tabares
En la memoria de justificativa de las normas transitorias que se aplicarán en esta zona situada en la costa de Arico, elaborada por los arquitectos Juan Manuel Palerm y Leopoldo Tabares de Nava, se concluye que, pese al mal estado de parte de este conjunto arquitectónico, «la rehabilitación de la instalación es posible, debiendo ser compaginadas las viabilidades estructurales-constructivas, las de adaptación al medio físico, las económicas y las de los posibles usos complementarios del principal a instalar, que la ordenación permite».
Durante la República, en 1935, antes de la Guerra Civil, la Mancomunidad Sanitaria solicitó ayuda económica al Cabildo de Tenerife para la construcción de una leprosería y un hospital antituberculoso . En de 1941, ya después de la Guerra Civil, iniciado régimen franquista, cel arquitecto Marrero Regalado presentó el proyecto, por encargo del Cabildo. Dadas las grandes dificultades económicas de esos años, muchas de las infraestructuras básicas de esta época fueron financiadas a través de donativos y colectas populares. Así, a finales de 1938 se celebró una Fiesta del Árbol patrocinada por el gobernador civil y Falange Española Tradicionalista y de las JONS con el fin de obtener fondos para la construcción de las distintas obras sanitarias de la Isla.
Pese al encargo del Cabildo, fue la Dirección General de Sanidad, en colaboración con el Ministerio de Gobernación, la que finalmente tomó la iniciativa para construir esta leprosería en Arico. Así, en 1943 se compraron los terrenos y se adjudicaron las obras, que se iniciaron un año después.
Abandonada desde 1946
Según explica el documento elaborado por Palerm y Tabares de Nava, no se sabe exactamente la fecha de paralización de las obras y el definitivo abandono de aquel proyecto, pero se supone que fue a finales de 1946. El motivo fue la generalización de los tratamientos contra la lepra con la introducción de antibióticos como la sulfota dapsona y sus derivados a partir de principios de 1940. Esta enfermedad comenzó a paliarse de forma efectiva y, a diferencia de lo mantenido hasta entonces, no se requería ya el ingreso del enfermo en centro sanitario.
Durante las décadas posteriores, hasta el año 1981, en el que los terrenos cambian de titularidad, al pasar del Ministerio de Cultura al de Defensa, el lugar se utilizó para maniobras y prácticas de tiro, aunque también se planteó crear un camping, un centro cultural o residencial, un centro de toxicómanos u otras dependencias de carácter social. Ya instituida la base militar como Cantón Militar B-3 Porís de Abona, continuó la utilización de los terrenos como zona de prácticas y tiro, de artillería e infantería.
De uso militar a un futuro turístico
En 2002 los terrenos pasaron ya a manos de su actual propietario, Playa de Arico S.A., que los adquirió mediante compraventa a Defensa para desarrollar el suelo urbanizable, y que fue delimitado por las Normas Subsidiarias del municipio aprobadas en 1998, como equipamiento complementario.
Se eligió este lugar de Arico para construir el sanatorio por su alejamiento de cualquier núcleo urbano y en un municipio muy poco habitado y en un lugar donde el viento constante del noreste durante todo el año garantizaba la renovación continua del aire en sus dependencias. Las edificaciones, organizadas según su uso sanitario, siguen un estricto plan médico-hospitalario, tipo colonia, también llamado pabellonal. Esta concepción edilicia se apoya en las teorías de los higienistas, que veían en el aire viciado al mayor vehículo de contagio de las enfermedades. Por este motivo, la separación y clasificación de enfermedades se daba en distintos pabellones, articulados por circulaciones descubiertas en torno a extensos espacios libres, exponiéndolos al viento según los requerimientos de cada uno de ellos.
El sello de Marrero Regalado
Llama la atención la arquitectura de grandes dimensiones y marcada monumentalidad que diseñó Marrero Regalado. Su regularidad compositiva, de corte clasicista, responde a las necesidades higiénico-sanitarias impuestas. Se evidencia la combinación, de manera ecléctica, del estilo clasicista con el funcionalista, este último de corte racionalista, donde se observa, como es habitual en tantos ejemplos de la obra de este arquitecto, un acercamiento a corrientes regionalistas, cercanas al ideario estético del régimen político dominante, según exponen Palerm y Tabares de Nava.
De las edificaciones destacan por su tamaño son el módulo central, de servicios generales y la Iglesia; el resto, exceptuando los chalets de los directores médicos, tanto los residenciales como los de administración, admisión y boxes, son cuerpos de edificación de una sola planta de altura sobre la rasante y estructura sencilla.
Deterioro general pero rehabilitable
El estado de abandono al que se han visto sometidas las edificaciones durante décadas, ha producido un deterioro generalizado en todas las construcciones. Los desperfectos que observa este equipo de arquitectos van desde la pérdida los pavimentos, revestimientos y, en algunos casos, un importante deterioro de las estructuras de hormigón, que presentan indicios de carbonatación en distintos elementos, por lo que en caso de rehabilitación deberán ser demolidas para su reconstrucción.
Desde que las obras de las edificaciones quedaron suspendidas, nunca se avanzó en ellas, salvo las mínimas requeridas para su uso durante la etapa militar, manteniéndose en el mismo estado, aunque cada vez con mayor deterioro debido a que no fueron objeto del mantenimiento adecuado y a la agresividad de los agentes naturales a los que están muy expuestas, principalmente, salinidad y viento.
Además, al no haber poseído nunca seguridad, las edificaciones han sido continuamente ocupadas sin permiso para habitarlas durante los periodos de veraneo o vacaciones, para hacer prácticas de todo tipo de juegos, como el de jugar a la guerra por aficionados o el paintball, rodar escenas de películas, prácticas satánicas, etc.
Estudio previo sobre valores patrimoniales
El futuro plan especial de ordenación de las edificaciones de la leprosería vendrá precedido de un estudio que identifique los valores histórico arquitectónicos, el estado actual de conservación, los usos asignables, dentro de los permitidos, la viabilidad económica de la actuación, identificando las edificaciones que deben ser objeto de rehabilitación y remodelación y los usos permitidos en las edificaciones.
Todo ello sin perjuicio de que, si se considerase oportuno, se proceda a realizar el catálogo de aquellas que resulten del estudio. La Ley del Suelo y de los Espacios Naturales Protegidos de Canarias posibilita la tramitación de planes especiales de ordenación para “proteger, conservar y rehabilitar el patrimonio histórico canario. Mientras no entre en vigor este plan especial sólo se permitirán los tipos de obra de conservación, restauración y consolidación, estando prohibida expresamente la demolición.
Exigencias del Servicio de Patrimonio Histórico
El Cabildo tinerfeño, en su Consejo de Gobierno celebrado en julio de 2018, se pronunció sobre el expediente administrativo promovido la mercantil Playa de Arico S.A., a la que representa en este trámite Leopoldo Tabares de Nava y Marín, para la iniciativa insular ante la Viceconsejería de Política Territorial del Gobierno de Canarias con la finalidad de suspender la vigencia de las Normas Subsidiarias de Planeamiento de Arico en Punta de Abona y establecer las normas sustantiva de ordenación transitorias.
En relación con la conservación del patrimonio histórico y cultural, el Servicio Administrativo de Patrimonio Histórico del Cabildo emitió hasta cuatro informes en 2017 y 2018 para pedir que el plan especial de ordenación de la leprosería no se remita exclusivamente a las edificaciones individuales sino a todo el ámbito que se destina a uso recreativo, para evitar usos que resulten incompatibles con la conservación de las edificaciones que integran el antiguo sanatorio.
El futuro plan especial, por tanto, «deberá establecer la compatibilidad de los usos previstos con la conservación de las edificaciones existentes, debiéndose dar prioridad a esta última circunstancia -la conservación de la totalidad de las construcciones existentes-, atendiendo al valor patrimonial que respecto al conjunto han concluido tanto el Ayuntamiento de Arico como la Comisión Insular de Patrimonio Histórico».
De este modo, como exige el Cabildo, la eventual desaparición de alguno de los cuerpos constructivos sólo podrá justificarse atendiendo a la ausencia de valor patrimonial dentro del conjunto y no a que exista incompatibilidad entre los nuevos usos previstos y el mantenimiento de estas construcciones.
Los promotores aceptaron incorporar esta indicación a su propuesta, de modo que se pueda garantizar que el régimen de usos previsto para el sector de la leprosería no condicione la conservación de sus unidades constructivas, que, en todo caso, estará supeditada al propio carácter y estado de conservación de las mismas.
El Consejo de Gobierno del Cabildo enfatizó que tendrá que darse respuesta adecuada a lo señalado por la Unidad Técnica de Patrimonio Histórico en las obras de urbanización (en sus fases de replanteo, ejecución y finalización) y que dichas medidas han de ser contempladas, en su caso, en los correspondientes proyectos de urbanización.
La ordenación abarca 180 hectáreas
Toda esta operación turística, tanto la parte de suelo rústico como la urbanizable, Punta de Abona, está situada en la costa sureste de Tenerife, entre la autopista TF-1 y el mar. Este espacio se asemeja a un cuadrado de medidas aproximadas de 1.300 metros de lado, con una superficie aproximada de 180 hectáreas, equivalente a 180 campos de fútbol, limitada al noreste por la carretera El Porís-La Punta, el núcleo de la Punta de Abona y el deslinde marítimo terrestre; por el suroeste con el eje del barranco de la Centinela que lo separa de los Abriguitos y el deslinde marítimo terrestre; al oeste con el posible desvío de los barrancos de la Centinela y Los Pilones; y al noroeste con una futura carretera que unirá el cruce de Abades en la TF-1 con la carretera El Poris-La Punta y el eje del cauce del barranco del Callao Grande.
Impacto en el tabaibal y medidas correctoras
Según el documento inicial estratégico de la evaluación ambiental, la ejecución de los proyectos urbanísticos previstos supondrá la destrucción de 67,7 hectáreas de tabaibal dulce (Euphorbia balsamifera), es decir, el 54% de la superficie de suelo ocupada por este ecosistema, también de interés comunitario, aunque se plantea preservar las franjas habitadas por esta planta en mejor estado y se trasplantarán ejemplares, repoblando con esta planta otras zonas de este espacio.
La franja costera más al norte mantendrá la naturalidad actual, y el tramo sudeste dispondrá de un paseo litoral «que servirá como eje integrador de pequeñas operaciones de recuperación ambiental en el entorno por el que transcurre», según el documento inicial estratégico de la evaluación ambiental, que salió a información pública el año pasado.
Los márgenes de los barrancos del Callao Grande (cauce público) y de La Centinela (cauce privado) se mantendrán intactos. El área identificada como Llano del Faro tendrá protección paisajística, para recuperar sus valores ecológicos, ahora deteriorados. El ámbito de la trasplaya de Playa Grande también tendrá protección natural, por sus altos valores naturales, pues allí se encuentra «un ecosistema de alta singularidad y es potencial hábitat de interés comunitario», con especies en peligro de extinción.
Cincuenta hectáreas de jardines
El sector tendrá 533.508 metros cuadrados de jardines, que consumirán 658.325 litros de agua de riego diarios, 658,32 en metros cúbicos. Dispondrá de 1.550 plazas de aparcamiento, 1.273 de ellas en el interior de parcelas privadas. Los terrenos situados frente a la playa de Los Abriguitos (57.339 metros cuadrados) se destinan a la construcción de un balneario-talasoterapia.
Los hoteles tendrán entre dos y cuatro plantas de altura máxima, tres de 785 camas y uno de 630. En el parque recreativo, de 639.000 metros cuadrados, se permite una área edificable de 67.250 metros cuadrados, para construcciones de una planta, con un centro ecuestre e instalaciones para prácticas deportivas al aire libre, usos comerciales y hosteleros (bares y restaurantes).
Correcciones principales exigidas por el Cabildo
Los cambios más importantes que ha llevado a cabo el Cabildo respecto a lo previsto inicialmente se resumen de la siguiente manera, según declaró en el diario digital Tenerife Ahora en septiembre del pasado año el consejero insular de Planificación, Miguel Ángel Pérez: se ha eliminado la previsión de un gran campo de golf (se hará en su lugar un parque recreativo); de los hoteles en primera línea de playa (los cuatro previstos se harán junto a la autopista del sur, dejando libre la costa); se ha evitado la demolición del sanatorio-leprosería, que contiene valores de patrimonio histórico, y se repoblarán y replantarán en ese mismo paraje 67 hectáreas de tabaibal dulce para compensar otras tantas de esta vegetación que serán desbrozadas durante la ejecución del proyecto.