VICENTE PÉREZ
Juan Merelo es un cordobés miembro del 43 Grupo del Ejército del Aire que participó desde un hidroavión en agosto pasado en la lucha contra el fuego en el gigantesco incendio de Tenerife. Un siniestro que afectó a unas 13.000 hectáreas de 12 municipios y obligó a evacuar a más de 13.000 personas.
Este capitán aviador nos explica sus impresiones de este incendio, incluyendo la enorme sorpresa que supuso para él el apoyo social que percibió desde el aire (se colgaron pancartas de agradecimiento a los hidroaviones) y se llegaron a hacer concentraciones de agradecimiento en el puerto chicharrero. Incluso la Autoridad Portuaria colocó en el muelle un cartel enorme que rezaba. «¡Gracias!».
Todo eso, confiesa, superó sus expectativas, pues le habían advertido que en Canarias las muestras de gratitud hacia el 43 Grupo son siempre efusivas, pero no se lo imaginaba de esta manera.
Sobre la controversia acerca de si debe haber o no una base de hidroaviones en el Archipiélago (estos aviones anfibios están en la Península), al ser una cuestión que no le compete, no se pronunció, pero sí explicó a PLANETA CANARIO los pros y los contras de hidroaviones y helicópteros para el relieve montañoso y abarrancado de las islas, al tiempo que recordó que en este incendio se les requirió a las 11 horas venir a Canarias y a las 19 del mismo día estaban en acción en la isla. «En ese sentido, el pueblo canario puede estar tranquilo, que siempre estaremos ahí, ayudando», apostilló.
«Las muestras de gratitud en Tenerife superaron mis expectativas»
¿Qué impresión le han causado las tremendas muestras de apoyo social a los pilotos de los hidroaviones en este incendio, y, en general, cada vez que se les llama para apagar grandes fuegos forestales?
«Es mi primera campaña con el 43 Grupo. Ya me habían dicho que el pueblo canario se vuelca mucho con nosotros y que no me sorprendiera con estas muestras de gratitud. Y la verdad es que superaron mis expectativas. No me lo esperaba así. Vamos dos tripulaciones por avión, cada día participaba una, nos vamos rotando y yo participé el miércoles cuando fue la concentración tan inmensa que hubo en el puerto de Santa Cruz. Es maravilloso que la gente apoye nuestra labor de manera tan comprometida. No solo en Santa Cruz, vimos pancartas en todos lados, también en Puerto de la Cruz, en las azoteas la gente colgaba carteles dando gracias. Con el pueblo canario es distinto, es una sensación de que haces tu trabajo y además la gente te lo agradece, y eso muy bonito.»
¿Qué dificultades entrañan pilotar estos aviones con respecto a los aviones comerciales?
«Todo avión contempla distintas variables en su operación: en el caso de aviones comerciales no es en sí más sencillo, pero está más preestablecido, hay una ficha de aeropuerto, hay un reglamento muy concreto sobre operación de esos aviones. En nuestro caso, la normativa es la misma, pero en algunos aspectos tenemos que salirnos de esa normativa, porque sobrevolamos núcleos urbanos y eso un avión normal no lo puede hacer. Son operaciones controladas y seguras. En nuestro caso, la mayor dificultad es que nosotros mismos tenemos que fabricar nuestro aproximaciones y la zona de carga y descarga, no tenemos torre de control que nos asesore como en un aeropuerto. Nosotros muchas veces nos enfrentamos a situaciones cambiantes, cargamos en embalses, cambia el viento.
«En la Península los incendios normalmente son en zonas de más fácil acceso que en Canarias»
¿Este incendio en Tenerife les supuso alguna dificultad técnica añadida en comparación con su operativa habitual?
«Si queríamos mantener un ritmo elevado de carga y descarga debíamos recargar el agua en el puerto de Santa Cruz, porque en el aeropuerto cargarla ralentizaba el ritmo de descargas sobre el incendio. Algunos días teníamos un viento un tanto complicado, pero aún así se hizo todo con seguridad. Desde dentro lo vivimos de la manera en que estamos acostumbrados a hacerla e instruidos para ello. Tenerife es un sitio bastante cómodo para hacer cargas y el problema es que tenemos que subir mucho, hasta la cumbre, para realizar las descargas. Cada día hacíamos unas 30 descargas por avión, y éramos cinco aviones. Se mantuvo un ritmo alto….»
¿Les llamó algo la atención este incendio, el mayor de España este año?
«Por la orografía de Tenerife, mucha parte del incendio estaba en barrancos. A nosotros lo primero que nos enseñan es que los incendios se apagan desde el suelo y nosotros apoyamos desde el aire. Y aquí el fuego estaba en zonas de difícil acceso para la gente de tierra, y a veces también para nosotros, los helicópteros y aviones civiles, pero gracias a esos medios aéreos se podía acceder a zonas que por tierra no se podía. Y eso es muy particular de Canarias. En la Península normalmente los fuegos son en zonas de más fácil acceso, aunque también hay lugares barrancosos.»
«Helicópteros e hidroaviones tienen ventajas y desventajas pero ambos muy preparados para esta labor»
¿Qué formación ha recibido usted para pilotar estos aviones anfibios?
«Los aviones burocráticamente son del Ministerio de Transición Ecológica pero los operamos nosotros, en el Ejército del Aire. En mi caso vengo con experiencia, pero son 5 años de formación como oficial, sales como teniente, y luego se va a las unidades. Son 4 años comunes para todos los pilotos (caza, helicópteros y transporte), en quinto curso, según una serie de criterios y nota de vuelo, cada uno va a su especialidad. En el caso de los pilotos del Grupo 43 son los de transporte. En quinto curso en Salamanca se hace esa especialidad, y te incorporas a una unidad, donde recibes otros planes de instrucción según el nivel al que accedas: nivel básico y luego en simuladores y doble mando, y luego ya te capacitas para ser copiloto en el avión, y a medida que haces horas y participas en incendios llegas a ser comandante de aeronave. Yo soy capitán ahora mismo.»
Un recurrente debate en Canarias cuando hay un gran incendio como este es si debe haber una base de hidroaviones permanente en el Archipiélago. Es decisión política, pero sí quisiera preguntarle por cuáles son los pros y los contras de los hidroaviones en islas tan montañosas y con barrancos como los de Canarias.
«Nuestro avión fue diseñado por una empresa canadiense porque se dieron cuenta de que los incendios forestales siempre ocurrían en zonas aisladas, y no podían mantener un ritmo adecuado de carga y descarga. Como tenían muchos ríos y pantanos y lo diseñaron para eso. La ventaja de este avión es el ratio de carga y descarga. EE.UU. tiene un avión muy grande, un 747 que carga miles y miles de litros, pero si se mete en una zona de barrancos que no es de fácil maniobrabilidad para descargar, luego tiene que irse a un aeropuerto y cargar, y pasa mucho tiempo, mientras que nosotros en 12 segundos podemos recargar completamente nuestros depósitos y lanzar el agua donde sea».
«Nuestro avión tiene también mucha maniobrabilidad. Su ventaja con respecto a un helicóptero es que se mueve más rápido y carga más agua. La ventaja de un helicóptero es que puede acceder a sitios donde para nosotros es de muy difícil o imposible acceso, como nos pasó en Güímar con este incendio, donde los helicópteros sí podían dar ese apoyo. Es cierto que nosotros podemos llegar más rápido a un sitio adecuado de carga y descarga. Pero ambos medios están muy preparados. ¿Una base en Canarias? A nosotros nos alertaron el día 16 de agosto sobre las 11 de la mañana y las 7 de la tarde ya había aviones haciendo descargas en Tenerife. Es cierto que este tema de una base en Canarias se escapa a niveles que yo no puedo responder, pero sí puedo decir que el pueblo canario puede estar tranquilo porque siempre que se ha alertado para que vengamos hemos estado ahí»