PLANETA CANARIO
El químico palmero Francisco J. Rodríguez Pulido afirma que, con los datos publicados hasta ahora por los organismos científicos públicos, «no existen razones objetivas» para que, por las concentraciones de dióxido de carbono (CO2) la población de Puerto Naos y La Bombilla permanezca evacuada y no pueda volver a sus viviendas y negocios de forma permanente, tras casi un año ya desalojada a raíz de la erupción volcánica en Cumbre Vieja.
De este modo, Pulido, ex profesor de Física y Química en Secundaria y licenciado en Química y Pedagogía, discrepa de la recomendación dada por el Comité Científico del Plan Insular de Emergencias de La Palma (PEINPAL), que, en un informe emitido este sábado y divulgado por el Cabildo palmero, aconseja mantener esos núcleos de población desalojados, aplicando los principios de «precaución, prudencia y prevención».

Este comité está formado por el Instituto Geográfico Nacional (IGN), Instituto Volcanológico de Canarias (INVOLCAN), Instituto Geológico y Minero de España (IGME), Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), las dos universidades públicas canarias (de La Laguna y de Las Palmas de Gran Canaria) Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), Instituto Español de Oceanografía (IEO) y el Gobierno canario.
En un artículo que publica PLANETA CANARIO, donde argumenta sus afirmaciones de manera científica y técnica, aunque a partir de los datos oficiales publicados, Pulido reconoce que el problema con el dióxido de carbono se limita a plantas bajas y sótanos de las edificaciones, donde, a su juicio, se pueden tomar medidas tecnológicas de medición y dispersión para evitar riesgos a la población.
En este sentido, propone que cada vivienda y local de Puerto Naos y La Bombilla puedan disponer de sensores de calidad del aire, es decir, de concentraciones de CO2. De hecho, subraya que el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE) ya obliga a comercios, restaurantes y oficinas a la obligación de disponer de medidor de CO2. «El problema, en su gran mayoría, es que hay que facilitar el uso de sistema de ventilación y renovación del aire», indica Pulido.

Asimismo, sugiere que se vierta gran cantidad de agua en los desagües del saneamiento y alcantarillado, para la evacuación de las aguas residuales estancadas.
Y como, a su juicio, no se trata ya de un riesgo volcánico sino de salud pública, propone que participen técnicos de la Dirección General de igual nombre de la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias. «Lo que habría que plantearse en Puerto Naos y La Bombilla es una intervención de Salud Pública, pues se necesitan actuaciones en los interiores de edificaciones y viviendas, en colaboración con sus propietarios; y zonificaciones en exteriores, con las advertencias correspondientes, si procediera», plantea Pulido.

Sobre los límites legales de concentraciones peligrosas de CO2, expone que no existe normativa para zonas exteriores, ni la guía global de calidad del aire de la OMS lo incluye en su lista de gases contaminantes, «porque no se considera un gas tóxico (no figura en el listado de nocivos); se estudia más en cuanto a su contribución al cambio climático; y todo ello, porque el dióxido de carbono se dispersa»:
Sobre interiores, refiere las recomendaciones de OSHA americana, acrónimo de Seguridad Ocupacional y Administración de Salud, que estable un límite de 5000 partes por millón (ppm) para TWA (tiempo medio ponderado de exposición) de 8 horas, pero este organismo de Estados Unidos apunta que en este caso 10.000 ppm (TWA de 8 horas) y 30.000 ppm (STEL, límite de exposición a corto plazo, de 15 minutos), también son apropiados. Además, el OSHA cita estudios que indican que la exposición continua a entre 1,5 y 3 por ciento de dióxido de carbono (15.000 a 30.000 ppm) «produce pocos o ningún efecto adverso».

¿El origen del C02 la red de saneamiento?
Este experto plantea además la hipótesis de que el origen del CO2 en Puerto Naos, pudiera ser no ambiental sino biogénico, es decir, resultado de un problema en los sistemas o redes de saneamiento de los edificios, porque «son muchos meses en los que no fluyen aguas; aún hay muchas viviendas que tienen pozos negros e incluso se comenta entre la población que las obras de la instalación de la desaladora afectaron al saneamiento», en un núcleo que no tiene Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR).
Pulido se queja además de falta de transparencia del PEINPAL en los datos recabados en Puerto Naos y La Bombilla, pues «no hay constancia de las fechas de esos valores, las circunstancias y las ubicaciones».
Para este especialista en química, «no se puede decir que el CO2 sea un gas tóxico ni que asfixia, a pesar de la brutal información a la entrada a Puerto Naos: Peligro. Asfixia por CO2», lo que, en su opinión es «el mensaje del miedo, acompañado de una calavera».

Hechas estas consideraciones, el químico discrepa también del Comité Científico del PEINPAL en cómo aplica en este caso los «principios de precaución, prudencia y prevención».
«El principio de precaución», sostiene, «hay que distinguirlo del principio de prevención porque el primero exige tomar medidas que reduzcan la posibilidad de sufrir un daño ambiental grave; pero el principio de prevención obliga a tomar medidas, porque se conoce el daño ambiental que puede producirse, y las medidas no pueden ser mantener desalojado 11 meses Puerto Naos y La Bombilla».
Interpreta Pulido que en el PEINPAL «se recurre al principio de precaución para convertirlo en una herramienta que se amolda a los intereses de unos pocos, en detrimento del interés general», y en este sentido, remata su artículo, preguntándose «quiénes son los interesados en que Puerto Naos y La Bombilla sean pueblos fantasmas».