VICENTE PÉREZ
El Juzgado de lo Penal 1 de Santa Cruz de Tenerife ha condenado a Sergio M., propietario de una perra pitbull llamada Isa, a la que arrojó a un contenedor de basura dentro de una maleta y logró escapar gracias a que sus lastimeros ladridos alertaron a otras personas, a un año de cárcel por un delito de maltrato animal.
La sentencia, conocida este lunes, establece que el reo deberá cumplir en su totalidad la pena de prisión, sin que haya lugar a suspenderla, por lo que deberá ingresar en un centro penitenciario.
La resolución judicial también condena a una pena accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena así como la inhabilitación especial para el ejercicio de profesión, comercio u oficio que tenga relación con animales así como para tener animales domésticos, durante 3 años.
Además, se le imponen al condenado las costas que ha ocasionado el proceso para la acusación popular, ejercida por la Federación Canaria de Asociaciones Protectoras de Animales y Plantas (Fecapac), a través del albergue de Valle Colino.
La juez del caso considera probado que el condenado era poseedor desde 2012 de la perra afectada, a la que no había colocado un microchiop y que guardaba en unión de otros perros de la misma raza en un inmueble abandonado de Santa Cruz de Tenerife, «sabiendo que los perros podrían atacarse y provocarse un sufrimiento inaceptable».
Así, sobre las 20:30 horas del 30 de octubre de 2012, «la perra fue objeto de lesiones y gravemente herida en el cuello, cabeza, dorso, patas y otras partes del cuerpo, cuyas lesiones son compatibles con mordeduras de otro perro».
«A continuación, en lugar de prestarle asistencia debida, actuando con ánimo de darle muerte, introdujo a la perra en una maleta azul a modo de trolley pequeño, que cerró con la cremallera, sin que la perra pudiera moverse ni respirar, y la llevó, tal y como presenció un vecino desde su balcón, a un contenedor de basura ubicado en la calle de Los Molinos, cerrando el container y marchándose del lugar».
Prosigue el relato judicial que el responsable de estos hechos tenía como fin «la espera de que los servicios municipales de recogida de basura la vertieran sin advertir que estaba la perra, con el resto de residuos sólidos urbanos, donde inevitablemente fallecería».
La perra permaneció en el contenedor hasta las 21 horas de se día, momento en que escucharon sus gemidos y jadeos unos vecinos. Una mujer abrió el contenedor, sacó las bolsas de basura y halló al pobre animal, con un ínfimo agujero roído para poder respirar, según expone la sentencia.

Tras llamar al 112, la Policía Local , Protección Civil y al Albergue Comarcal de Valle Colino, procedieron a abrir con una navaja un trozo de la maleta para que la perra pudiera sacar la cabeza y respirar, dándole agua y tranquilizándola. Posteriormente la liberaron, y ese ínterin pasó el caminó de recogida de basura. De modo que, por muy poco margen de tiempo, se evitó la muerte del animal.
El can fue entonces entregado al citado albergue, donde se le prestó asistencia veterinaria, con curas sucesivas de heridas sangrantes, hasta el 9 de noviembre de 2012, y antibioterapia vía oral hasta el 26 de noviembre de ese año, al tiempo que se le trató de los padecimientos psíquicos, tras lo cual fue entregada en adopción a otra familia.
El juicio se celebró a principios de este mes, y tuvo la particularidad de que la jueza quiso que la perra estuviera presente durante la vista oral, junto a su actual propietaria.