VICENTE PÉREZ
La arquitecta Pía Oramas, en la actualidad funcionaria en el Cabildo de Tenerife, lleva décadas de carrera profesional. Su nombre, sin que ella lo pretendiera, se hizo conocido en el último decenio por el caso Las Teresitas, aunque, a diferencia de los condenados, en un sentido positivo, pues le ha reforzado una reputación de empleada pública íntegra y honrada. El motivo: hizo la tasación, no tenida en cuenta por el Ayuntamiento santacrucero en 2001, que valoraba los terrenos en mucho menos dinero del que se pagó por ellos.
Pero, al margen de este inesperado protagonismo en tan sonada causa judicial (de la que prefiere no hablar en esta entrevista porque lo que tenía que decir ya lo dijo en los tribunales) y a pesar de que ha sido habitual su presencia en la directiva del Colegio de Arquitectos de Santa Cruz de Tenerife, ha preferido siempre mantenerse en un segundo plano con la prensa.
Sin embargo, la ha impulsado a dar el paso de hablar con PLANETA CANARIO la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, que la ha llevado a fundar, junto a un grupo de arquitectas (ya son 80) una agrupación con este fin, dada a conocer el pasado 8 de Marzo, con el nombre de Cascos púrpura.
Como cofundadora y, en esta entrevista, portavoz de esta agrupación femenina, defiende que se tenga en cuenta la perspectiva de género en la planificación y diseño de los espacios públicos (parques, plazas), así como en las viviendas, y en la movilidad urbana. «El mundo del urbanismo todavía está muy masculinizado», diagnostica.
Pía Oramas aporta además datos para invitar a la reflexión a los lectores de este diario: de las graduaciones en las escuelas de arquitectura españolas, el 70% son ya mujeres, pero de los 33 centros donde se estudia esta profesión en España, solo dos tienen a una mujer como decana; del total de colegiados, el 72% son hombres y el 28% mujeres; y de 150 cátedras de proyectos arquitectónicos en el país, apenas tres las ostentan mujeres, y solo hay una catedrática de Urbanismo. Y seis veces más arquitectas desempleadas que arquitectos.
¿Por qué se ha decidido a dar este paso con Cascos Púrpura?
«Hemos creado un espacio de encuentro de mujeres arquitectas de Tenerife, y no es de momento una asociación como tal, con su junta directiva y portavoces. No vamos a emitir opinión en este momento sobre los temas de arquitectura, urbanismo… No. Cascos Púrpura queremos que sea un espacio para todas las mujeres arquitectas que quieran unirse con cualquier ideología. Lo más rico de nuestro proyecto es la diversidad. Las hay recién salidas de la facultad hace unos meses y profesionales con más de 30 años de ejercicio. Hay arquitectas de las ideologías conservadoras y progresistas. Entendemos los problemas de nuestra profesión desde distintos puntos de vista, y hay diferentes opiniones. Así que seremos un espacio para debatir, intercambiar opiniones, con las que queremos aportar a la sociedad, desde nuestro enfoque profesional, lo que es la perspectiva de género en la arquitectura y el espacio público. Y también de visibilizar el papel de las mujeres arquitectas. Entonces ¿Pía qué hace aquí? Participar y ayudar en todo eso».
A día de hoy no es, o, al menos, no debería ser, noticia que una mujer sea arquitecta. Pero ¿qué dificultades tienen las mujeres hoy en esta profesión? ¿Sigue siendo un mundo masculino?
«Uno de nuestros objetivos principales es visibilizar a las mujeres arquitectas, y por eso el 8M pusimos esa pancarta en la sede del Colegio Oficial. Cuando yo estudié a finales de los años 70 en la Escuela de Arquitectura, éramos pocas todavía, a lo mejor podíamos llegar al 25%. En este momento están saliendo de las escuelas de arquitectura casi el 70% mujeres».
Estadísticamente, entonces, debería estar convirtiéndose en un mundo de mujeres…
«Desde ese punto de vista estadístico sí. Pero ¿dónde estás las mujeres? Nosotras como agrupación queremos contribuir a acabar con los techos de cristal, con las desigualdades, para tener las mismas oportunidades, porque nos encontramos con que en el Consejo Superior de Arquitectos de España, de 20 decanos, solo 4 mujeres; escuelas de arquitectura, 33 en España y solo dos tienen mujeres directoras; catedráticos de proyectos, que son casi la estrella de la profesión, 4 mujeres en toda España. Y así puedo seguir dando datos… Colegiadas en España somos el 30%, pese a que el 70% de las tituladas son mujeres. Así que ejerciendo la profesión en lo que es el campo que te exige el visado colegial, la construcción, solo el 30% de mujeres. ¿Dónde está el resto? Están dedicadas a actividades que no requieren el visado colegial: el diseño, el interiorismo… ¿Qué está pasando?»
¿Y en cuanto a los ingresos?
«El 40% de las mujeres arquitectas en España gana menos de 15.000 euros y el 68% menos de 20.000 euros brutos al año. En el paro tenemos seis veces mas desempleadas que los hombres. Hay brecha salarial, profesional…»
¿Cuántas mujeres forman esta agrupación?
«Hace un año, cuando empezamos, éramos 8, y ahora 80. A todas nos une la perspectiva de género y lo que podamos aportar en la arquitectura y el espacio público».
¿A qué se refiere con perspectiva de género en la arquitectura y el urbanismo?
«Queremos que el diseño del espacio público sea seguro, que se piense en las mujeres. En el planeamiento también debe tenerse en cuenta».
¿Pero en qué se nota que no se tiene en cuenta?
«¿Sabe en qué espacio de la vivienda ocurre más del 70% de los casos de violencia de género? En las cocinas, que son el espacio mayoritariamente aún hoy en día de la mujer. Y son espacios que se hacen cerrados, muchas veces sin ventanas, estrechos… Y nosotras abogamos por los espacios abiertos, tipo americano, a lo mejor. A la mujer se la ha relegado a los peores espacios. También los zaguanes, que dan miedo porque tienen rincones en ele, sin salida… Y hay que diseñar espacios donde una mujer se sienta segura al entrar… Hay que diseñar y pensar desde la perspectiva de género.»
¿Y en el espacio público?
«Hay que tener en cuenta la perspectiva de género al diseñar la movilidad y el transporte. Los movimientos que hacen las mujeres hacia los centros de salud y las escuelas no están contemplados, y son normalmente las mujeres las cuidadoras, las que acompañan… Y sin embargo en el planeamiento, la movilidad no está pensada para nosotras. En los parques o plazas públicas a veces te encuentras con que están ocupados por un campo de fútbol, y ves a 20 niños jugando y las niñas sentadas en un rincón. Así pasaba en un colegio, donde el patio lo ocupaban los niños con el fútbol, que no es el juego habitual de las niñas. En fin, son cosas que estamos intentando cambiar. Por ejemplo, en obras públicas como la famosa pasarela prevista para la rotonda del Padre Anchieta, que se está redactando el proyecto, y uno de los criterios que introdujimos en la valoración del concurso de la idea ganadora era la incorporación de esa perspectiva de género, que fuera un espacio seguro, con visibilidad… Había gente que incluso proponía algo peor: hacer un paso subterráneo o que la tapaban…»
«Hace 30 años me pedían que no fuera a una obra con faldas: hoy es impensable»
La discriminación de género en los salarios no es legal. Por tanto, no parece que sea un problema de leyes, sino de conductas humanas discriminatorias de los que contratan o que en los puestos directivos no quieren sino a hombres… ¿Dónde está el problema para que al final exista la brecha salarial?
«Creo que depende de los puestos. Está claro que en las oposiciones para la Administración Pública ganamos las oposiciones mayoría de mujeres, pero luego en los puestos directivos aparecen más hombres que mujeres. Es lo que se llama el techo de cristal, con el que hay que acabar».
¿Y el Colegio de Arquitectos da ejemplo?
«En los 90, hace 8 años, yo era la única mujer en la junta del Colegio de Arquitectos. En estos 28 años ha habido de vez en cuando alguna en la junta, como cuando estuve yo. Es decir, ¡qué poco hemos evolucionado!. Por primera vez, ahora, en las candidaturas ha habido una plancha paritaria y la otra plancha incorpora a dos mujeres, que para mi no es suficiente pero se han dado cuenta de que en este año que llevamos las mujeres arquitectas organizándonos, han visto que una candidatura en la que hubiese una sola mujer o ninguna lo iba a tener muy difícil. Pero aún así empiezan ya a incorporar candidaturas paritarias. Pero no en los puestos de presidencia. Hay quien se asombró de que seamos 80 mujeres en esta agrupación y me dijo que si había tantas mujeres arquitectas en Tenerife. Pero la realidad es que hay cientos, al menos un tercio de los más de 700 colegiados. Todo el mundo nombra a arquitectos pero no se acuerda de nombres de arquitectas. En 2011 a mi me designaron vocal de la comisión de Urbanismo del Colegio de Arquitectos, donde yo había sido la única mujer, y había 10 arquitectos y una mujer. Y allí dije que eso no podía ser, que tendría que ser paritario. Y me respondieron que eran miembros de toda la vida, y que cómo los iban a cesar. Pero se logró: entraron 10 mujeres, junto a 10 hombres. El mundo del urbanismo está muy masculinizado. Ahora no hay comisión de Urbanismo, porque con la crisis el Colegio tuvo que reducir servicios».
Usted ha sido un ejemplo de mujer que lucha contra los obstáculos de ese mundo masculinizado. ¿Cuál ha sido el peor momento en su carrera profesional en ese sentido?
«Al principio, cuando me incorporé, jovencita, donde más notaba esas reticencias era a pie de obra. Tradicionalmente la obra estaba asociada a los hombres, que piropeaban a las chicas jóvenes; y que entrase una mujer a dirigir una obra no era normal. Te daban instrucciones en la empresa para que no fueras con faldas, porque se entendía que era una provocación. Pero ahora nadie se plantea decirle eso a una mujer arquitecta».
Pero casi 30 años después, por lo que usted ha comentado en esta entrevista, aún es necesario que las mujeres se agrupen para defenderse de ese machismo…
«Por eso surge la agrupación. Hay un movimiento a nivel mundial, en todos los ámbitos profesionales, en el que el mensaje es que esto se acabó, que tenemos que acabar con las brechas de género, con los techos de cristal, con las violencias machistas. Estamos en el siglo XXI y no podemos esperar otros 50 años porque al ritmo que vamos, sí, va cambiando un poquito, pero no al ritmo suficiente. El 8M está provocando un cambio profundo y nosotras queremos aportar a ese mundo nuestra perspectiva, un granito de arena desde nuestro punto de vista profesional. Para que a las niñas que vienen detrás les podamos ayudar a que este mundo sea más igualitario».
La igualdad ya no parece algo de izquierdas o de derechas, ¿o sí?
«En nuestra asociación somos apartidistas, y cabe gente de cualquier ideología».
Sí, pero se lo pregunto por eso.
«A todas nos une la defensa de la perspectiva de género y de poner la imagen de la arquitecta en el sitio que tiene que estar».
