PLANETA CANARIO
En torno a 10.000 personas participaron este lunes 11 de septiembre, como manda la tradición, en los actos más esperados de las Fiestas de La Aldea de San Nicolás, El Charco, donde los más habilidosos se hicieron con los premios de la pesca de la rica lisa, tanto por tamaño como por cantidad. Un festejo documentado desde el último tercio del siglo XVIII pero que revive y homenajea prácticas aborígenes.
El día comenzó con la salida caminando desde el casco histórico para llegar alrededor de las 12.00 horas a la playa de La Aldea, donde la Banda de Agaete acompañada por los asistentes se desplazó hasta el muelle para bailar durante dos horas.
No faltaron la mítica canción de la Rama o el ya tradicional Soy Aldeano, con los que se abrió boca para El Charco.
Ya por la tarde, a las 17.00 horas, el alcalde de La Aldea de San Nicolás, Víctor Hernández, prendía el volador con el que se daba el pistoletazo de salida para que los participantes se adentraran en las aguas sagradas de El Charco, en busca de la rica lisa. Y es que los que pescaban la lisa más grande y la mayor cantidad obtenían premio.
Al respecto, Hernández puso en valor “el comportamiento de todos los aldeanos y aldeanas y visitantes para que un año más estas fiestas se hayan realizado sin ningún incidente”, y agradeció a todos los servicios de emergencia, seguridad y personal municipal la colaboración y el esfuerzo para que “todos los actos festivos se hayan desarrollado sin incidencia”.
La Fiesta del Charco revive y homenajea una antigua técnica de pesca aborigen denominada embarbascada, que consistía en verter savia de plantas como el cardón o la tabaiba para provocar un efecto sedante a los peces de los charcos del litoral y, así, poder capturarlos más fácilmente con las manos.
El Charco es una pequeña laguna que ocupa el centro de la desembocadura del barranco de La Aldea a escasos metros del mar, y que se forma por la inundación y encharcamiento de agua debido a la subida el nivel del mar por las mareas vivas de septiembre, también conocidas como mareas del Pino en Gran Canaria, además de escorrentías de agua de lluvia del barranco.
