PLANETA CANARIO
La industria tradicional de la seda, originaria de China hace más de 4.500 años, tuvo una importancia crucial en el pasado. En La Palma, llegó a haber 3.000 telares que producían este tejido, con el hilo obtenido del capullo que crea el gusano de seda al retraerse para la metamorfosis en mariposa.
Si asombrosa es esta transformación biológica, no menos lo son las auténticas obras de arte textiles que el ser humano realiza con estos hilos naturales.
Este oficio, de manera asombrosa, perdura en La Palma con la misma tecnología y procedimientos que en el siglo XVI gracias al taller de la empresa Las Hilanderas, que a su vez gestiona el Museo de la Seda, propiedad del Ayuntamiento de este municipio palmero.
La hilandera Carmen Nieves Díaz González, gerente de este espacio museístico , es la depositaria de este saber ancestral que le fue transmitido por artesanas ya fallecidas, como Bertila Pérez González y Nieves Jiménez.
Esta artesana protagoniza un documental del Programa Enseñas Patrimonio, promovido por la Dirección General de Cultura y Patrimonio Cultural.
La protagonista de este documental lleva más de treinta años consagrada a conservar esta industria ancestral, que le cautivó a los 13 años. En su taller aprenden su hija Cristo y Amelia, un signo alentador de que esta tradición puede mantenerse en el futuro.
El Taller de Las Hilanderas recibió en 2019 la Medalla de Oro de Canarias.
En este museo se puede ver en vivo el trabajo de estas artesanas, y se venden algunos artículos de seda, como bolsos y corbatas.
Este patrimonio industrial se alberga en un edificio histórico, el antiguo Ayuntamiento, donde también se exponen piezas de seda artesanal diseñadas por creadores de prestigio como Manolo Blahnik, Agatha Ruiz de la Prada o Andrés Acosta.
Carmen Nieves es consciente de que en sus manos está no solo el presente, sino también el futuro de este patrimonio cultural, expresa su deseo de que la sociedad canaria lo sienta también como suyo, porque realmente La Palma es el único lugar de Europa donde en el siglo XXI se preserva, casi intacta, esta actividad como en el siglo XVI.
«Estamos defendiendo una herencia cultural, aquí conservamos una tradición que va más allá de lo local, es un patrimonio cultural etnográfico no solo de La Palma sino del mundo», enfatiza esta artesana.
Por ello, cree que la sociedad canaria «debe apoyar que se mantengan estas tradiciones, porque es además defender nuestra idiosincrasia, lo que ha llegado del pasado hasta nuestros días y darle valor».
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