RUBÉN EXPÓSITO
Tacoronte, antigua capital de uno de los nueve menceyatos (reinos) en que estaba dividida Tenerife, fue morada del mencey Acaymo y de los bandos de guerra, llamados así a los guanches que libraron feroces batallas para liberar al pueblo de la invasión castellana, siendo derrotados por el conquistador Alonso Fernández de Lugo en La Victoria de Acentejo.
En el siglo XVI se construyó una pequeña ermita de Santa Catalina y a partir de ahí el municipio se desarrolló por una de sus principales calles, la del Calvario. La plaza del Cristo y la iglesia del mismo nombre alberga en su interior una de las figuras más emblemáticas: el Cristo de Tacoronte. Alrededor del lugar se encuentra el corazón de Tacoronte, el convento agustino del siglo XVII y La Alhóndiga, antiguo almacén de grano rehabilitado para usos culturales.
La zona señalada constituye un área arqueológica de gran importancia en el contexto de la isla de Tenerife, inscrita a su vez en un frente acantilado mucho más amplio, extendido desde la desembocadura del Barranco de Milán (Tejina, La Laguna) y El Ancón (Santa Úrsula).
A juzgar por los numerosos hallazgos efectuados durante décadas, este sector costero muestra indicios de un importante asentamiento prehispánico por las numerosas cuevas y oquedades abiertas por efecto de la erosión .
Se trata de un importante apilamiento de niveles lávicos y piroclásticos que han sufrido los efectos de la erosión marina y de fenómenos locales de deslizamiento gravitacional, provocando el retroceso del frente acantilado. Las alturas medias superan los 200 m, caracterizándose por la verticalidad del terreno, con presencia de escasos senderos y veredas para su recorrido.
Las cuevas documentadas en la zona se caracterizan por una funcionalidad doble -habitacional y funeraria- dependiente de su accesibilidad, amplitud, condiciones de habitabilidad, orientación y proximidad a fuentes de recursos diversos. En general, las cuevas de habitación suelen aparecer en el tracto superior del acantilado, de más fácil acceso, o en aquellas zonas menos abruptas. Los enclaves funerarios correspondientes a estas áreas de ocupación estable aparecen siempre en su entorno cercano.
El tramo acantilado comprendido entre el barranco de Guayonge y el límite municipal con El Sauzal se caracteriza por la presencia de numerosas cuevas, aunque de acceso muy complicado, así que cabe la posibilidad de la existencia de yacimientos -principalmente funerarios- en buen estado de conservación. Asimismo, el citado cauce alberga numerosas oquedades, constatándose la tradición de que en el mismo se localizaba la morada del mencey de Tacoronte.
Los nueve menceyatos
- Abona. Su extensión se correspondía aproximadamente con los municipios actuales de Fasnia, Arico, Granadilla de Abona, San Miguel, Vilaflor y parte del de Arona.
- Adeje. Situado al suroeste, su territorio abarcaba los municipios actuales de Adeje, Guía de Isora y Santiago del Teide, así como parte del de Arona.
- Anaga. Se encuentra en el extremo noreste de la isla, situándose en el macizo de Anaga. Ocupaba gran parte del municipio de Santa Cruz de Tenerife, así como partes del de San Cristóbal de La Laguna y El Rosario.
- Daute. Se situaba en el extremo noroccidental de Tenerife, en el macizo de Teno, en lo que hoy en día son los municipios de Buenavista del Norte y Los Silos
- Güímar. Situado al sureste, en el territorio de los actuales municipios de Arafo, Candelaria, Güímar y parte del de El Rosario.
- Icod. Se localizaba en el norte de la isla, ocupando los actuales municipios de El Tanque, Garachico, Icod de los Vinos y La Guancha.
- Tacoronte. Abarcaba los municipios actuales de La Matanza de Acentejo, El Sauzal, Tacoronte y parte de San Cristóbal de La Laguna (Valle de Guerra).
- Taoro. Situado en el norte, ocupaba la extensión actual de San Juan de la Rambla, Los Realejos, La Orotava, Puerto de la Cruz, Santa Úrsula y La Victoria de Acentejo.
- Tegueste. Abarcaba el actual municipio y gran parte del de San Cristóbal de La Laguna.