PLANETA CANARIO
Reptil con piel de jade da título al primero de los cinco relatos suntuosos con los que el poeta tinerfeño Francisco León inaugura Nefelibata, una nueva colección FRANZ. Narrados en primera persona con honda introspección, los relatos comparten una mirada perspicaz y un ritmo hipnótico.
La sustancia espiritual de la que aquí se habla, ha sido mutada en algo translúcido que adivina arte y mitologías, aguas espejo y pájaros metafóricos. Embelesados por una retórica diáfana y espiritual, asistimos a la madurez de un poeta exquisito. Con su prosa exacta pero audaz, León nos descubre la médula incógnita de la Mitteleuropa.
Algunos de los cinco relatos surgen de «un chispazo real», según explica el poeta. Así, una visita a un bosque (Grunewald) a las afueras de Berlín, el verano pasado, suscitó un cuento que reúne misterio e ironía, el titulado Jagdschloss.
El relato más largo, titulado Reptil con piel de jade tiene que ver con una visita a la casa del desaparecido pintor Per Lillestrom, en La Orotava. Lo evoca León: «Allí me encontré al maestro, muy enfermo y viejo. Esa imagen se mezcló en mi cabeza con la de mi padre, enfermo de cáncer. De esa superposición de imagen y recuerdo, logré extraer un relato sombrío, sobre los ensueños en los que navegamos cuando estamos próximos a la muerte».
El Gaudior de Phillippe está basado en una leyenda medieval poco conocida.
La Época de las Luces «cuenta la historia ficticia de una lámpara gigantesca y su papel determinante en las transformaciones sociales y espirituales de una aldea que bien podría ser mi pueblo natal», señala el escritor, en alusión a Icod de los Vinos (Tenerife).
Uno de ellos cuenta la relación entre un insular y una mujer centroeuropea. Ambos se usan para sanarse mutuamente de sus enfermedades. Es un cuento en el que aparece la sombra del mal comunitario, del mal colectivo, heredado de los procesos fascistas de mitad del siglo XX.
«Si tuviera que definirme como narrador: diría que soy un narrador que ha renunciado al argumento como eje generador del relato», subraya León, cuya «búsqueda ha sido siempre sostener la narración más allá de la historia, más allá del esqueleto del argumento». Tal es así que sueña con escribir «relatos sostenidos solo en la potencia del estilo». Para este literato, «el argumento, la historia, solo parecen cepos en los que a veces se pierde demasiado tiempo y energía constructiva». De ahí que observe que «reducir la argumentación a su mínima expresión» le permite concentrarse «en la atmósfera y el fraseo, en lo musical y en el estilo».