VICENTE PÉREZ
El cantante Pedro Guerra se sintió muy querido en su concierto del 29 de junio en Güímar, su pueblo natal.
El público güimarero le demostró su admiración por una trayectoria musical que se labró desde su adolescencia en este municipio y ha llegado a lo hoy en día es; y el artista le regaló uno de esos conciertos que serán recordados de por vida por quienes tuvieron la suerte de disfrutarlo en directo.
A unos cientos de metros del lugar en que ofreció el recital, una carpa junto a la plaza de San Pedro (que es el patrón de Güímar), está la casa familiar del cantante, que desde 1996 da nombre a la calle donde se ubica el inmueble, por lo que hace 18 años ya su municipio le rindió así homenaje.
El concierto, en el marco de las fiestas patronales de Güímar, comenzó pasadas las 22 horas de un domingo, con muy pocas sillas donde sentarse (la mayoría de gente tuvo que estar de pie) y en un marco de kioskos que no parecía el más apropiado para el tono intimista del cantante.
Sin embargo, tras unas primeras quejas desde el público porque no se oía seguida de una petición del cantautor a quienes estaban haciendo bulla, el ruido cesó y las melancólicas y hermosas canciones del artista, entreveradas con sus temas más animados y optimistas, fluyeron con esa magia que lo envuelve todo, incluso amansando esa Noche de Kioskos que cumplía 40 años.
«Muchas canciones mías están muy ligadas a este pueblo y también a Tenerife y a Canarias en general; muchos recuerdos», confesó el artista, quien dedicó varias canciones a su madre, presente en el público. Estuvo acompañado de su pareja y su hijo, también llamado Pedro Guerra, quien le inspiró una de sus canciones cuando nació.
Una oleada de vítores y aplausos inundaba la carpa tras cada tema que interpretaba el cantor junto a su banda (batería, teclado y bajo), de modo que el primer amago de terminar su actuación fue solo eso, porque el público pedía otra y otra, y fue así cómo el concierto duró casi dos horas, que de todos modos se hicieron cortas.
Se sinceró el cantante, a modo de «confesión muy íntima», cuando dijo que «ser hijo del alcalde no fue fácil, era un orgullo pero yo no lo llevaba muy bien en el colegio; y cuando empecé a cantar me puse Pedro Manuel Guerra; pero esas cosas ya están superadas».
Aludía así a su padre, Pedro Guerra, quien fuera también presidente del Parlamento de Canarias, senador y escritor, fallecido en 1991.
El repertorio incluyó obras que le han dado fama nacional e internacional (Contamíname, Debajo del puente, El marido de la peluquera, Daniela, La lluvia nunca vuelve hacia arriba…), pero también las de su nuevo trabajo Parceiros, un proyecto de tres volúmenes en el que participan 36 artistas.
Entre canción y canción, contaba sus recuerdos del Güímar de su infancia y adolescencia: «Aquí muy cerca estaba el pub Saco, donde yo, con 14 años, escuché por primera vez a Silvio Rodríguez, porque entonces a Silvio se le escuchaba en pubs. Y allí pensé que yo quería hacer eso mismo, por lo que durant emuchos años lo estuve imitando, incapaz de soñar que algún día cantaría una canción con él, Cuando tú no estás«.
Al final, el cantautor y su grupo se hicieron un selfi desde el escenario con el público dentro de la foto, para inmortalizar una velada inolvidable de las fiestas de San Pedro.
Una noche en que el tiempo de repente se agolpó en la memoria, y todos vieron al niño Pedro Guerra andando por aquellas mismas calles, y al adolescente tocando sus primeras canciones al modo Silvio tras salir del pub; y al artista ya consagrado dentro y fuera de su tierra, pleno de amor correspondido y padre de un hijo.
Pasada la medianoche, cuando se apagaron la megafonía y los focos, sus canciones seguían sonando en las mentes, y confirmada quedó la certeza de que Pedro (como él mismo dijo sentirse durante el concierto) sí es profeta en su pueblo.