VICENTE PÉREZ
El alcalde de Icod de los Vinos, Francisco González, afirma que la queja presentada por jefes de servicios y facultativos del Hospital Universitario de Canarias (HUC) ante el diputado del Común contra las Tablas de San Andrés por las graves lesiones que se producen en esta tradición, «a muchos icodenses les puede parecer una falta de respeto al pueblo de Icod de los Vinos», porque se da la sensación de que no se toman medidas de seguridad (hay un plan) y de que determinados accidentes, en circunstancias muy concretas, son la tónica común en esta fiesta, «que es patrimonio cultural y de la que estamos orgullosos los icodenses».
Así lo ha manifestado el regidor municipal a PLANETA CANARIO, sorprendido por la manera en que ha trascendido a la opinión pública esta denuncia, a través de una nota de prensa del diputado del Común, que aboga por un ordenanza que regule esta tradición, tras recibir la queja del HUC. Y aunque aunque se mostró dispuesto a mejorar las medidas de seguridad, el mandatario apuntó que se podrán aplicar «siempre que tengan lógica y sean razonables» para no desvirtuar esta fiesta ancestral.
El alcalde lamenta el caso de un niño que tuvo una grave lesión en una pierna, pero apuntó que este triste accidente ocurrió «en los días previos» a esta fiesta, cuando aún no estaba activado el dispositivo de seguridad y emergencias, en la calle de El Plano, y tuvo la mala suerte de chocar contra el tubo escape de un coche, porque la calle no estaba cerrada, por lo que se trató de «una imprudencia». Salvo este desafortunado caso, dice no tener constancia de que haya aumentado la accidentalidad hasta un punto que justifique una queja ante la Diputación del Común.
El mandatario considera por ello que no se puede generalizar y se pregunta si la queja de los facultativos ante el Diputado del Común obedece al «desconocimiento» de lo que son las Tablas de San Andrés, «el pueblo de Icod podría tomárselo como una falta de respeto».

Por ello, invita a estos médicos a conocer esta tradición in situ, para que él mismo les explique en qué consiste y las medidas que se toman, pues se cierran calles en todo el municipio, se destinan recursos sanitarios y personal de protección civil, aplicando un plan de seguridad y emergencias.
Abunda en que no todas las calles son como las de El Plano o San Antonio, que son las de «mayor riesgo» por su considerable pendiente, pese a lo cual se adoptan algunas medidas e incluso entre los participantes existen unas «normas no escritas» para la seguridad de esta tradición.
Y subraya que en otras muchas vías de todo el municipio se arrastran familias enteras, adultos y niños, con total seguridad, «en un ambiente sano, festivo y de convivencia que es el que caracteriza esta costumbre arraigada», vinculada además a la gastronomía tradicional y la apertura de las bodegas con el estreno del vino nuevo, un cultivo que da nombre al municipio y que sigue siendo importante en la economía local.
«Yo me voy a seguir arrastrando y defendiendo esta tradición»

«Yo desde luego me voy a seguir arrastrando y defiendo esta tradición, que no se puede someter a una regulación imposible de aplicar, sino a medidas lógicas y razonables», apostilla, para añadir que es una «manifestación cultural ancestral, una tradición espontánea de la gente, muy antigua», y no se le pueden poner unas normas desproporcionadas.
Atractivo turístico del municipio
El gobernante norteño insiste incluso en que para el municipio se trata de un atractivo turístico indudable, y que está estudiando el modo en que las Tablas de San Andrés puedan ser aprovechadas mejor desde ese punto de vista, como ya ocurre con los carros o trineos en la isla portuguesa de Madeira. Tal es así que el Ayuntamiento icodense promocionó esta tradición en la Feria Internacional de Turismo de Madrid (Fitur).
El origen mas probable de las Tablas de San Andrés, en que sus participantes se arrastran sobre madera calle abajo, es el transporte de troncos de pinos del aserradero que existió en la parte alta del pueblo en el siglo XVI (todavía pervive el topónimo caserío del Aserradero y camino del Aserradero), por las empinadas vías de San Antonio o El Amparo, para ser usada en las construcciones civiles y religiosas, o para la construcción de barcos en la caleta de San Marcos, como señala el historiador local Manuel E. Delgado López.

