VICENTE PÉREZ
Joel García vive en Tenerife pero tiene en La Palma su corazón. En la zona desalojada por el riesgo de la erupción es propietario de una casa, que aún sigue en pie, y confía en que pueda salvarse.
Desde el barrio de Tajuya, al pie de la carretera general, contempla con asombro y con el alma en vilo el lamentable espectáculo de la lava arrasando todo cuanto encuentra a su paso.
«Lo que estás acostumbrado a ver desde chico ya está totalmente cambiado, de la noche a la mañana, ya no sabes ni dónde está la casa del vecino», afirma, todavía sin creerse lo que está viendo: una erupción volcánica.
De fondo, mientras habla para PLANETA CANARIO, el ruido de las explosiones del volcán entrecortan la conversación.
«He venido de Tenerife a ver cómo está la situación; esto sería un espectáculo si no hubiera causado tantos daños; ahora que sea lo que Dios quiera, no podemos hacer nada más», cuenta mientras no deja de salir lava en el cráter visible desde allí, oculta a menudo tras un penacho gigantesco, negro como la lava, de cenizas y gases.
Joel tiene una segunda residencia en San Nicolás y relata que en barrios vecinos, como en El Paraíso, «prácticamente no queda nada y la lava sigue hacia la parte baja, Todoque». «Se lo está llevando todo», se lamenta.
Confiesa que nadie se esperaba que la erupción surgiera tan pronto, aunque la tierra daba señales de esa inminencia, pues un vecino suyo le contó que había muchos temblores desde horas antes en la zona.
Su esperanza es que su vivienda se salve de la lava, aunque también siente pesadumbre por los daños que ya ha causado este volcán a otras personas, entre las que hay amigos y conocidos suyos. Horas después Joel tenía que volver a Tenerife (reside en el municipio de La Victoria), pero no podrá apartarse de lo que ha visto en la zona de la erupción.