VICENTE PÉREZ
Elfidio Alonso, con su grupo desde hace 57 años, Los Sabandeños, ha marcado una época irrepetible, casi mítica ya, en la música tradicional canaria. Millones de copias vendidas de su casi centenar de discos, actuaciones en todo el mundo -se han recorrido toda América Latina y la Península- y la capacidad de resistir al paso del tiempo, con su mezcla de rescate de la tradición musical e innovación, han convertido a esta agrupación musical en una leyenda, algo siempre difícil en el mundo del folclore.
Cumple el próximo 11 de agosto 87 años, y son innumerables los reconocimientos que ha obtenido, como la Medalla de Oro de Canarias y, con Los Sabandeños, el Premio Canarias, máxima distinción institucional en el Archipiélago. Muchas de sus canciones se han convertido ya en tradición popular canaria, y se cantan como se canta el folclore en los tenderetes y festejos, como si esas coplas y músicas hubieran existido desde siempre.
Esta entrevista con PLANETA CANARIO se realizó antes de la pandemia de la covid-19. Desafortunadamente, la grabación digital se extravió y, cuando ya la dábamos por perdida, la hemos podido recuperar ahora. Por ello no hay alusiones a determinados hechos actuales, incluyendo el cambio de director, que en el momento de la entrevista era aún Benito Cabrera.
Repasamos con Elfidio Alonso algunos momentos de su larga trayectoria musical, ab initio. Por ello la charla tiene lugar en el hall de la sede del Orfeón La Paz, donde el folclorista, político, periodista y escritor se formó musicalmente en los albores de la mitad del siglo XX. Allí nos muestra fotos de cuando era integrante de esta agrupación lírica. La conversación termina sentado en un banco de piedra de la catedra de La Laguna, a la sombra de uno de los dragos que parecen querer rivalizar algún día con el monumental templo.
– Repasemos un poco su vida. ¿Qué huella principal le dejó su padre, periodista, que dirigió el ABC en la zona republicana durante 1936 y que es Medalla de Oro de Canarias?
«Por la familia de mi madre ,que procede de El Hierro, no vi ninguna afición musical digna de mencionar. Los músicos estaban en la familia de mi padre en Tacoronte: mi tía Nieves era coplera, es decir, autora de coplas, Espiga de Oro del concurso de coplas de San Benito. Mi tía María Rosa cantaba muy bien también y era una especialista en literatura popular; escribió trabajos muy interesantes sobre folclore, también con don Juan Álvarez Delgado sobre el origen de los cantos aborígenes. Él decía que la folia provenía de los aborígenes; un disparate. Es decir, a mi me entro la afición por parte de mi familia paterna. Después, cuando me tropecé con mi padre -que estaba en el exilio por motivo de la guerra, porque él había sido diputado del Frente Popular y republicano- me di cuenta de que él sabía cantar folias, coplas y malagueñas. Recuerdo una que me llamó poderosamente la atención. Nos tropezamos en Madrid y estábamos en casa de mi cuñado tocando y cantando y cantó esa copla:
Yo ya no soy el que era
ni el que solía ser,
soy un cuadro de tristeza
arrimado a una pared.
Claro con esa copla él quiso decir que era un hombre que venía de vuelta, que no era aquel joven emprendedor que salió de Canarias».
«Yo me formé en el Orfeón La Paz»
– Y entonces recala usted en el Orfeón La Paz, hoy toda una institución musical en Tenerife…
«Sí, yo me formé en el Orfeón La Paz: fue de las primeras rondallas que salieron, después de la prohibición. Salimos vestidos de moros y de diablos Mi abuelo Ambrosio -el padre de mi padre- era sochantre de la iglesia de de Tacoronte. Cantaba muy bien el gregoriano y era un parrandero; tocaba muy bien instrumentos de viento y un cocinero estupendo que el hotel Taoro se lo quiso llevar. Hay un entorno familiar paterno que hizo que yo me dedicara a esto. Unos van en los genes y otros en la manera de educarme. Aparte del Orfeón, yo intervine en el coro infantil del Orfeón que dirigía María Luisa Machado y después pasé a la rondalla con don Manuel Hernández, que fue uno de los grandes y celebres cantadores, a quien llamaban don Manuel Hernández el Lagunero y en los años 30 grabó los primeros discos de folclore canario en Barcelona, con Sebastián Ramos. A él lo acompañaba a la guitarra Carmelo Cabral, que era uno de los mayores guitarristas que ha tenido el folclore canario, y a Sebastián lo acompañaba Osorio, que era otro gran guitarrita. Fueron dos discos de pasta de 78 revoluciones que yo guardo como oro en paño, porque y ahí comienza la prehistoria de las grabaciones del folclore canario. Después ya llegaron las de María Mérida, Los Guaracheros…. Esos dos discos en los años 30 fueron las primeras coplas que yo aprendí».
«Empecé a tocar instrumentos con Quique Martín Núñez, que era muy parrandero»
-¿Y cómo y cuándo empezó a tocar instrumentos de cuerda?
«Yo tuve la suerte de que Quique Martin Núñez -uno de los mejores timplistas de aquella época- era pariente mío, y yo iba a la Punta [del Hidalgo] a veranear. Me quedaba en su casa y me fui aficionando a las parrandas porque el era muy parrandero, y ya empecé a tocar el requinto, la guitarra, el timple o la percusión. Cuando tenía 17 años entro en la tuna universitaria, que la dirigía Manuel el Campanero, y sus dos hermanos eran los directores de la banda de música, uno de La Laguna y otro de Santa cruz, Domingo y Antonio González Ferrera. Y en resumen así es como me surge a mi la afición por el folclore: al tener relación con parranderos de la talla de Enrique Martín Núñez -que fue director de Los Sabandeños conmigo- pues me permitió conocer a esos cantores, que estaban escondidos en las fiestas de los pueblos, porque no pertenecían a las rondallas de la sección femenina. Recuerdo, por ejemplo, en la Punta a hermanos de Sebastián Ramos, Francisco el barbero, que era una maravilla de solista.
Con Quique en la punta había mas gente, los universitarios que estaban en la tuna y el primer grupo folclórico universitario que iban a los festivales en Santander, y ahí estaba Quique dirigiendo el baile y también todas las parrandas. Era una dimensión distinta a la Sección Femenina donde estaba todo impuesto, las coplas había que cantarlas pasando la censura y nosotros teníamos mucha mas libertad porque no dependíamos de ningún organismo».
La censura franquista
-¿Y Los Sabandeños tuvieron muchos problemas con la censura franquista?
«Sí tuvimos algún problema con la censura: los primeros discos nos detuvo un par de canciones, como un Canto al Trabajo que decía: Arando en el semillar / se me cambó la mesana/ y acordándome de Juana/ yo la volví a enderezar. Hubo que decirles que que la mesana no era ningún símil del órgano viril masculino, sino que era un surco y que era totalmente inofensiva. Y yo recuerdo que el secretario de Información y Turismo lo conocíamos de casa del notario y nos había oído y se interesó mucho por lo que estábamos haciendo, porque también el notario y su esposa fueron nuestros padrinos en ese ambiente un poco más de familia; ellos eran andaluces muy aficionados al flamenco. Y entonces escribieron a Pio Cabanillas a ver si nos podía levantar la censura a la letra de esa copla porque el disco estaba detenido, y nos mandó un telegrama que decía: Adelante, pueden seguir que ya está solucionado. Y la segunda vez fue con la canción La Muralla, que decía: Tun, tun, ¿quién es? / el sable del coronel… Y ahí era una alusión al golpe militar clarísima, por lo que nos propusieron quitar eso y poner El sable de don Manuel, y así esta grabado .
«Siempre hemos tenido la inquietud de rescatar el folclore pero también de innovar y expandir horizontes»
Los Sabandeños siempre ha revindicado la cultura popular, sacarla del olvido y dignificarla. ¿Cree usted que han conseguido ese objetivo?
«Sí. Ya nosotros nos impusimos objetivos. Por ejemplo: nos parecía injusto que solo se cantaran folías y malagueñas, teniendo seguidillas, tajaraste. Y nos pareció también interesante empezar a abordar el folclore musical de otras islas. Así empezamos con los Aires de Lima de La Palma, el Sorondongo majorero. Fuimos los primeros que expandimos el caudal popular del folclore de las 7 islas y es algo que han seguido todos los grupos haciendo. Hoy oyes a un grupo de Las Palmas cantando el Tanganillo. Y todo ya se ha ido mezclando a pesar de que hay islas que siguen manteniendo su característica. Por ejemplo, el Sorondongo en Lanzarote es derivado de la jerigonza, que es un canto infantil; la Malagueña de los novios de Fuerteventura está derivada del fandango; también estaba oculta ahí. Es decir, esa inquietud nuestra de buscar más cosas, del rescate…. Empezamos a cantar el Romance de la isla de San Borondón, que es del siglo XVII. Ya empezamos a no limitarnos a isas, folias y malagueñas; innovamos también dentro de eso. Los estribillos, que eran siempre lo mismo o ponerle letra a los interludios de las folias, fuimos los primeros que lo hicimos. Y luego cuando vimos que estaba agotado el folclore canario seguimos, pero ya buscamos las conexiones, por ejemplo la isa en Córdoba -en Argentina-, la jota con el joropo venezolano. Buscamos conexiones de romances peninsulares, portugueses, las folías… En fin, se expandieron los horizontes».
¿Usted es consciente de cómo ha enriquecido el folclore musical canario?
No hay que olvidar que detrás de nosotros salieron otros grupos con el mismo objetivo, como Los Gofiones, Los Sancochos, Los Arrieros, Los Chincanayros…
«Seguramente si no hubieran nacido Los Sabandeños no habrían surgido muchos otros grupos después»
Pero sin la referencia o el modelo de Los Sabandeños, ¿existirían todos esos grupos de esa manera, es decir, con corales masculinas, contrabajos, arreglos musicales y haciendo ese trabajo de rescate?
«Seguramente no. Y la prueba es que no hay que localizarlo aquí, sino a la vista de nuestros frecuentes viajes a la Península es rara la comunidad autónoma que no tiene un grupo parecido al nuestro, con la misma música, el mismo repertorio, que graban discos y te meten canciones que nosotros ya hemos grabado. Una de las grandes sorpresas fue cuando fuimos a Chile y estuvimos con tunas universitarias y cantaban hasta folías de una manera extraordinaria. Somos muy conocidos; cuando estuvimos en Cartagena de Indias venían universitarios de Perú —-que después se añadieron a nosotros porque pensaban que no los iban a dejar entrar, es decir, de forma clandestina- y nos dejaban con la boca abierta por cómo se sabían canciones nuestras».
¿Cuántas canciones ha compuesto?
«No sé; creo que más de 250, que ya forman parte del folclore que canta la gente, de las parrandas. Por ejemplo, la Isa de madrugada, de Benito Cabrera, pues es una isa pero con copla de madrugada y así yo hice un montones. Con Benito Cabrera hemos introducido el folk, canciones con arreglos y con la introducción de instrumentos que no desdibujan la melodía tradicional. Vemos a los ancianos que, a pesar de esos arreglos, reconocen lo que cantamos y tocamos. Por ejemplo, El corazón de trigo, inspirado en el baile de la Zaranda de los campesinos de Lanzarote, de Juan Brito; está claro que Benito lo que hace ahí es incorporar el saxo y mantiene la melodía, a pesar de cambiar el tempo que es mas lento. Son cosas que ya hoy no se discute, son adaptaciones».
«Hemos actuado en casi toda América y la Península, y en todos lados llenamos»
-Los Sabandeños ha ido entrelazando en su repertorio las culturas que nos influyendo como pueblo entre orillas atlánticas..
«Hemos actuado en casi toda América. En América del Norte hemos estado en Nueva York, Florida, Miami, California, Los Ángeles, Nueva Orleans -para ver la huella de los canarios en San Antonio de Texas-, en la Universidad de Huston… y de ahí para abajo casi toda la América Latina. Y toda la Península, menos en Cuenca, donde no hemos estado nunca; nos van a ver a Madrid pero nunca nos han invitado a Cuenca. En todos lados llenamos. En Madrid 15 días antes está todo lleno. Es un caso de como toda la cultura canaria gusta en otros lados, porque son sonidos muy mestizos. En Oporto y Lisboa también hemos llenado, porque también hay un aspecto galaico portugués en el folclore canario, sobre todo en las folias. Y lo mismo pasa con el fandango con el pueblo andaluz, las seguidillas con el pueblo castellano y con América las décimas, el punto cubano, el arrorró…
-El Parlamento canario eligió un clásico arrorró, el de Teobaldo Power, como himno oficial de la Comunidad Autónoma. Ustedes hicieron aún más conocido, y con una versión incluso más aceptada popularmente que la original, el que está considerado himno popular de esta tierra, el pasodoble Islas Canarias. Muchas personas se pregunta por qué este, con toda su vívido ritmo, no fue el elegido, y sí una bella, pero adormeciente nana…
«Se votó en el Parlamento el himno de Canarias, de Tarridas. Yo estaba en esa comisión parlamentaria y no voté. Me parece que la gente identifica el pasodoble Islas Canarias como el himno y sobre todo después del arreglo que le hicimos nosotros, porque antes era muy pintoresco y nosotros le metimos el nombre con la denominación aborigen de cada una de las islas, y luego la copla de No hay tierra como mi tierra / ni raza como mi raza.
Yo he consultado si esto del himno es irreversible y José Manuel García me dijo que esto es irreversible. Y yo digo que eso será hasta que el Parlamento decida cambiarlo. Yo era diputado cuando se votó, y yo no voté ese día: Les di otras posibilidades; llegué a reunir doce versiones del baile canario del siglo XVI, al que le pusimos una letra y ha sido la aportación mayor del pueblo aborigen, porque el baile canario que se exportó a la corte europea estaba basado en la forma de bailar de los aborígenes con punta y tacón. Por los grabados y pistas que se han dejado, los musicólogos no dudan de que nació en Canarias y después fue un baile de la corte europea».
«De la época de los guanches musicalmente nos queda muy poco hoy en día»
-¿Qué nos queda musicalmente de los antiguos pobladores del Archipiélago?
«Se presiente la cultura aborigen. Los franceses decían que bailaban a la moda francesa. De esa época nos queda muy poco; el tajaraste puede ser, pero más bien por la onomatopeya, porque parece que estás haciendo el baile del tambor, quitando el palo, las lapas y el bucio. No se han encontrado en los osarios restos de instrumentos, pero si hay una vasija de barro y una piel de cabra, ahí hay un tambor. Con poner la piel sobre la vasija golpea y da un sonido; eso esta clarísimo, y todos los pueblos lo conocían. Decir que el pueblo aborigen no conoció el membranófono es muy arriesgado; no hay pruebas que te digan que sí, pero tampoco hay pruebas que te digan que no».
-Como episodio o proceso histórico, resulta tremendamente interesante de estudiar, ese encuentro -traumático como todas las conquistas bélicas- entre el pueblo aborigen y los castellanos….
«El mundo aborigen siempre lo hemos reivindicado, pero nunca como política sino como cultura. El choque entre la cultura aborigen y la de los conquistadores ha sido muy interesante. Torriani recoge las endechas en guanche. En Canarias se hizo la primera poesía lirica de la lengua española, que son las endechas de Peraza, que yo musiqué inspiradas en la malagueña y la cual deberían los niños en los colegios aprendérsela porque es la primera poesía lirica del idioma español».
-¿Tiene una adecuada presencia en el sistema educativo de Canarias nuestra historia y nuestra cultura?
«En la enseñanza no se ha logrado introducir la cultura canaria, si lo comparamos con lo ocurrido en Cataluña, que los españolistas llaman adoctrinamiento, y nosotros no hemos pasado del libro Natura y cultura de las islas Canarias, que es lo único que se ha hecho. Conocer nuestra cultura no rompe naciones, la canariedad no impide saber que a su vez estamos en una cultura mayor».
«Si todos los pueblos empiezan a independizarse sería el acabóse»
-Su paso por la política, como alcalde y diputado regional, ¿qué significó para usted?
«Pertenecí al partido Coalición Canaria, que nunca tuvo aspiraciones independentistas; porque eso era imposible, pues si todos los pueblos empiezan a independizarse esto seria el acabóse. Ahora, no le doy la espalda a las herencias culturales que hemos recibido del pueblo aborigen.
De mi etapa política recuerdo cosas buenas y cosas malas. Por ejemplo, de una de las cosas que más orgulloso me siento es de la denominación de La Laguna como Patrimonio de la Humanidad. Eso fue precioso, no solo empezar a peatonalizar las calles donde estaba el patrimonio arquitectónico, sino que había que quitar los coches de aquí y había que hacer la Vía de Ronda, que me costó 10 meses con los jóvenes socialistas, pues estaban las maquinas paradas. Esa empresa llegó un momento en que quebró y vinieron a verme y les dije que fuéramos al juez. Y la cosa es que la Vía de Ronda era una idea de Pedro González [pintor y exalcalde de La Laguna] que yo retomé. Fue una experiencia amarga para mi que me acusaran de que quería destrozar la Vega lagunera. Una de las amenazas que Santiago Pérez decía es que ya veríamos cómo era un negocio para convertir el terreno rustico en privado, pero la realidad es que no se ha construido ni un edificio ni un cuarto de aperos en toda la Vía de Ronda.
-La política no lo alejó de la música…
«Mi labor como folclorista y como político pude compaginarlas, e incluso en un viaje que hicimos a Estados Unidos, el grupo salió un día antes y yo me quede porque tenia Pleno ese día y me incorporé al siguiente. Nunca dejé Los Sabandeños».